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El pueblo continúa manifestándose en Guatemala

El 17 de noviembre se aprobó un presupuesto que hizo estallar el termómetro social, desde entonces, cada sábado la ciudadanía colma las plazas de Ciudad de Guatemala con réplicas en todo el país

Foto: Carlos Cano

La madrugada del 17 de noviembre el Congreso de Guatemala aprobó su presupuesto para 2021. En él se omitían las necesidades del país golpeado por la pandemia, dos huracanes y un sinfín de desigualdades sociales, económicas y sanitarias. Sin embargo, incluían dietas - viáticos - altas para los sueldos de los diputados, que ya de por sí son altos. Por esto y otras causas, el pueblo guatemalteco salió a la calle, se congregó en distintos puntos cortando rutas y recibió una violenta respuesta del Estado.


Laura Aguiar (22), estudiante de sociología y comunicación en la Universidad de San Carlos (USAC) - única pública en Guatemala- y secretaria general de la Asociación de Estudiantes Universitarios de la USAC, aseguró a Portainfo que el el 21 de noviembre - primer sábado que se reunieron, 21N por su convocatoria en redes - “el descontento social era verdaderamente grande”.


Para Carlos Cano (36), fotodocumentalista y fotorreportero, ejercer su profesión en este ambiente antes del 21N implicaba “en una escala de peligrosidad del uno al diez, un siete, pero luego del 21N, un 11”. Explicó que es una forma de ir contra el status quo, contra el narco, la corrupción, empresas mineras, de palma aceitera, hidroeléctricas, los políticos, entre otras.


Cano es antropólogo de profesión, como fotodocumentalista colabora en el colectivo Festivales solidarios, donde trabajan en tres ejes clave: prisión política, memoria histórica y defensa del territorio. Además es fotorreportero de la cadena de radios comunitarias Federación Guatemalteca de Escuelas Radiofónicas y funciona hace más de 52 años conectando a las radios como medio de difusión en las comunidades de Guatemala.


21N

El día que se quemó el Congreso. Las fotos dan la vuelta al mundo y se viralizan por las redes y los medios, pero la explicación del descontento social que hay detrás parece no acompañarlas. Aguiar relata que se convocó a hacer algunas marchas hacia la Plaza Central o Plaza de la Constitución y en uno de los recorridos, algunos manifestantes que pasaban por el Congreso General de la Nación prenden fuego la fachada. Esto genera una respuesta represiva policial que deja como saldo dos manifestantes sin una vista, 33 personas detenidas (entre ellos menores de edad) y alrededor de 15 personas hospitalizadas como consecuencia de los gases lacrimógenos.


“El enfrentamiento entre manifestantes y policías se dio a cuadras de la plaza pero las bombas llegaron a las familias que se manifestaban en ella”, recuerda Aguiar.


A Cano le tocó ser parte de un grupo de periodistas que fue encerrado durante cuatro horas en las que más de 500 oficiales usaron, según informó La Hora (Guatemala) 386 “medios disuasivos no letales”. Entre ellos se incluyeron 284 bombas lacrimógenas, 15 bombas de humo y 87 cartuchos de propulsión en cuyo interior portaban perdigones de goma. “Se gastaron más de 300.000 dólares en bombas reprimiendo a la gente”, sentenció el fotodocumentalista y añadió: “Nos dieron palo a todos los periodistas, sin distinción”.


Recuerda que los encerraron durante cuatro horas con personas lastimadas, intoxicadas por el gas pimienta, les querían tirar bombas lacrimógenas a quemarropa y él intentó evitarlo y terminó con las manos quemadas. Tiene el recuerdo de una brutalidad policial que implicó por ejemplo que a varios de sus colegas les rompieron las cámaras con las macanas o que policías arrestaran a mujeres a pesar de que por Constitución eso solo pueden hacerlo funcionarias policiales mujeres. “Todo lo tengo grabado”, valoró.


Estado ausente e intervención

Aguiar explicó que en el proyecto aprobado por el Congreso se implementó una reducción en el presupuesto destinado a las acciones para tratar la desnutrición crónica, aspecto en el que se encuentran como el país más comprometido de Latinoamérica, con niveles alarmantes. “Ya no es Haití, ahora nosotros ocupamos el primer lugar”, lamentó Cano.


“Guatemala es uno de los peores países que ha manejado la situación de la pandemia, un 40% de la población afectada por los huracanes. La gente se hartó de la corrupción, de la impunidad”, aseguró el fotorreportero y agregó: “Somos el quinto país más corrupto del mundo”.


El 28 de noviembre fue distinto en todo sentido. “Desde el bloque estudiantil hicimos un llamado a la población, recalcando que la manifestación es nuestro derecho”, afirmó la representante de la USAC. Explicó que luego de la represión del primer sábado exigieron que alguien se haga responsable de haber autorizado el uso de bombas lacrimógenas y del accionar policial.


Para iniciar un diálogo entre la ciudadanía y el gobierno, el presidente Alejandro Giammatei realizó una solicitud de intervención a la Organización de los Estados Americanos (OEA).


“Del primer sábado de manifestaciones con muchísima represión pasamos al segundo con un Estado que cumplió un rol de víctima”, resumió Aguiar. Esa semana la OEA extendió la invitación a varias organizaciones civiles que la declinaron. “No nos íbamos a sentar a la mesa con personas corruptas, con los miembros del Congreso”, advirtió.


El fin de semana que los policías “no iban a usar medios represivos como las bombas lacrimógenas, porque estaba la intervención de la OEA y querían cumplir un rol menos violento, para dar una imagen de acercamiento a la sociedad civil, no llevaban macanas y los manifestantes quemaron un ómnibus”, recordó Cano. “En un momento reaccionaron mal, rompían los adoquines de las calles y nos tiraban piedras, botellas de vidrio y a un colega le abrieron la cabeza en la plaza. Nos fuimos a un hospital público para curarlo, pero todos tienen órdenes de no atender a los periodistas y de criminalizarnos”, reclamó Cano.


“Durante las manifestaciones algunos infiltrados intentaban quitarme mi credencial de prensa, nos gritaban que no éramos de Guatemala”, aseguró.


Periodismo de guerra

El desafío de salir a cubrir manifestaciones con represión de esta magnitud hace que nadie pueda abandonar la redacción sin casco. Los editores saben qué equipo llevan a las manifestaciones, “nos tomamos una fotografía para que sepan cómo vamos vestidos y nos reportamos a cada rato. No solo es complicado contar la verdad y hacer reportes, sino que tenemos que estar alertas con protocolos de seguridad impecables”, enfatizó Cano.


Nos asociamos con Article 19 y la red Rompamos el miedo, ellos se dedican a cuidar la libertad de expresión sobre todo en los países de Centroamérica. “Hicimos un curso sobre periodismo de guerra de casualidad y ahora lo estamos replicando con otros colegas”, apuntó. Además de casco, llevan un botiquín, agua con bicarbonato, vinagre y otros insumos médicos para contrarrestar el efecto de los gases lacrimógenos. Junto a esto y a su mochila, deben llevar los elementos sanitarios para no ser contagiados de Covid-19, porque la pandemia continúa.


“El 28 de noviembre atacaron a un compañero fotógrafo del diario, a nosotros dos, a dos de Guatevisión, a una compañera de Ruda, una revista feminista. A partir de ese día ha bajado un poco la presión pero continúa una tensa calma”, resumió.


En Quetzaltenango y en Huehuetenango, dos ciudades importantes en Guatemala, también hubo represión a las manifestaciones. Durante la pandemia, el restaurante Rayuela funcionó como olla comunitaria y le dio de comer a varias personas en situación de calle y ahora, aunque no hay pruebas, la población acusa al Estado de ser responsable de su reciente incendio. Previamente desde el gobierno se criminalizó y atacó a los que voluntarios del restaurante. “Es como una regresión a los 80”, apuntó Cano y aclaró que el miedo reina respecto al uso del fuego en ambas partes, ya que los diputados distritales son reconocidos por el pueblo y tienen presencia policial en sus hogares porque temen que se los enciendan.


Reforma inminente

La representante estudiantil explicó: “el sistema tiene que ser reestructurado si queremos un cambio real”. “La reforma constitucional es necesaria”, complementó Cano y explicó que la Constitución actual data de 1985 - sobre el final de la dictadura de Efraín Ríos Montt - y en ese entonces la mayoría de los constituyentes eran hombres mestizos junto a dos indígenas y tres mujeres, sin una representación fiel de la población guatemalteca.


En 2015 se realizaron manifestaciones pacíficas en Guatemala, en las que se exigió la renuncia del presidente Otto Pérez Molina por corrupción política y eso derivó en su renuncia en mismo año. “La diferencia del 2015 al 2020 es que nos dimos cuenta que no es la destitución de una persona específica lo que se precisa, sino que es todo el sistema el que hay que modificar. La Corte Suprema de Justicia tiene a sus integrantes electos por el Congreso: hay un sistema de corrupción que abarca todos los ámbitos de poder”, explicó Aguiar.


Giammatei, presidente desde que asumió en enero de este año, fue electo con un porcentaje muy bajo de participación ciudadana. “Era como la menos peor de las opciones, tuvo un gran desgaste en sus primeros meses al mando por eso mismo, de hecho utilizó en sus primeros seis meses a personajes estimados por la población que son como un salvavidas para mejorar la opinión pública”, aseveró la estudiante de sociología y comunicación. Sobre la corrupción generalizada afirmó: “En el Congreso hay personas con señalamiento de corrupción que responden intereses políticos, por eso hacemos un llamado a la reforma del sistema de partidos políticos. Es la forma de que a futuro los representantes electos por los distritos sean verdaderamente fieles a los intereses de quienes los eligieron”.


En conversación entre las generaciones que se manifestaron, los sindicatos, los gremios y los pueblos indígenas llegaron a la conclusión de que “el presupuesto siempre ha sido malo, solo que este es peor”. “Nos pusimos una meta, generar una Asamblea Plurinacional Constituyente para dentro de un año, aunque el panorama no esté para alcanzarlo”, expresó Aguiar. Para esto, planean primero lograr una reforma de la elección de partidos políticos, ya que ahí nace toda la lógica de corrupción que termina en el Estado, luego una Asamblea Plurinacional Constituyente en la que estén representados todos los sectores que conforman la población de Guatemala.


“Muchas de las personas que eran pacíficas en 2015 ahora son las primeras en colmar las calles. Hay más crítica y raciocinio, son procesos que cuestan al menos dos años. La semilla de este fue plantada el 21 de noviembre y es nuestra responsabilidad irla cuidando hasta que germine”, narró Cano.


Incertidumbre

A futuro son muchos los factores que influirán en el curso de esta situación. El cambio de gobierno de Estados Unidos (EEUU), las medidas que implemente Giammatei y la continuidad de las manifestaciones, entre muchas otras.


El 14 de enero de cada año el presidente rinde un informe a la Nación en el Congreso y va a ser la ocasión perfecta para volver a estar en los medios. “Estamos convocando a un plantón en el Congreso, acompañado de un paro general con corte de rutas en todo el país en conjunto con la población indígena”, anunció Cano y reconoció que dependen mucho del gobierno de los EEUU, que el 20 de enero tendrá lugar la toma de posesión de su nuevo presidente, Joe Biden. “Su política exterior incide mucho y estoy muy seguro de que Giammatei no finalizará su mandato por eso mismo, ya que la Embajada de los EEUU ha apoyado a muchos detractores del presidente”, anticipó.


“Sabemos que los EEUU ponen las reglas y le va a terminar diciendo que se vaya”, afirmó Aguiar en la misma línea. Recuerda que han realizado llamados a la población para que cumplan con las normas constitucionales, mediante su Embajada, con intención de controlar el estado social actual luego del fracaso de las medidas presidenciales.


“Ahora porque se viene fin de año van a bajar las manifestaciones. No tenemos la costumbre de mantenernos en protesta tanto tiempo. Es importante el trabajo de los medios para seguir poniendo sobre la mesa los temas que se estuvieron tratando”, valoró la representante estudiantil. “No quiten los ojos de Guatemala que el año que viene será noticia”, vaticinó Cano.

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