Camilo López Burian y Mauricio Santoro analizan estas modificaciones
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, realizó seis cambios en su gabinete. La primera de las renuncias fue la de Ernesto Araujo, que se desempeñaba como Ministro de Relaciones Exteriores y fue sustituido por Carlos Alberto Franco. En el Ministerio de Justicia y Seguridad Pública, Anderson Torres, quien era el secretario de seguridad de Brasilia, reemplazará a André Mendonça. Mendonça fue quien sustituyó al ex juez Sergio Moro, cuando éste renunció a esa cartera en abril de 2020.
A su vez, Mendonça volverá a su antiguo cargo como Procurador General de la Nación, en lugar de José Levi. Mientras que la diputada del Partido Liberal, Flávia Arruda, ocupará la Secretaría de Gobierno y Luis Eduardo Ramos que ocupaba ese lugar pasará a ser Jefe de Casa Civil.
Bolsonaro también solicitó la renuncia del ministro de Defensa, Fernando Azevedo, y su lugar fue ocupado por Walter Braga Netto. Esto provocó cambios en la cúpula de las Fuerzas Armadas (FFAA) del país vecino. El jefe del Ejército, Edson Pujol, el de la Armada, Ilques Barbosa, y de la Fuerza Aérea, Antônio Carlos Bermudez, dejaron sus cargos. Sin embargo, no se sabe si renunciaron o fueron destituidos, debido a que no hay una explicación oficial.
Las causas que generaron las modificaciones
Según explicó a Portainfo Mauricio Santoro, Jefe del Departamento de Relaciones Exteriores de la Universidad del Estado de Río de Janeiro, estas modificaciones “se dan en el marco de una caída de la popularidad de Bolsonaro” por el impacto de la pandemia, a la que califica “como una tragedia”. Pero también por la situación económica; “hay una recesión muy seria y mucha gente sin trabajo”. Y contó que hasta diciembre de 2020 “existía un auxilio de emergencia que había sido muy importante para familias pobres en Brasil que hizo la diferencia para millones de personas”. En los primeros meses de 2021, esta ayuda económica de 600 reales que brindaba el Estado a familias de contextos vulnerables fue suspendida, lo que generó la mencionada caída de la popularidad.
Camilo López Burian, docente e investigador de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la UdelaR, por su parte, consideró otro aspecto que tiene que ver con “los sectores empresariales de Brasil”. Estos, según López Burian, apoyaron el juicio político a Dilma Rouseff y tenían expectativas de que se generen “reformas económicas de entonación liberal”. Pero “las reformas, que vienen desde tiempos de Temer, no han avanzado con la velocidad que los actores del mercado quieren”.
Santoro expresó que si bien el Ministro de Economía, Paulo Guedes, es abiertamente liberal y “habló mucho en campaña sobre privatizaciones y libre comercio” hay cierta distancia entre la retórica de Guedes y los hechos. Entiende que “no hubo muchas privatizaciones en este gobierno ni tan poco una gran apertura comercial”, y añadió que aunque el Mercosur alcanzó un acuerdo con la Unión Europea (UE), “la UE no va a ratificar este acuerdo mientras Bolsonaro sea el presidente de Brasil”.
Eso hace que los integrantes del sector privado brasileño fueran a “golpearle la puerta al Centrão”, para ejercer presión sobre el gobierno, según el docente de UdelaR. Con el término “Centrão” los brasileños se refieren a un grupo “de partidos con poca identidad ideológica, con una característica estructurante como actores del establishment” explicó López Burian. Bolsonaro necesita el apoyo de estos partidos para aprobar leyes.
De hecho, en alianza con el Centrão, el presidente logró que aliados suyos obtuvieran la presidencia de las cámaras de diputados y senadores. Los cambios en el gabinete, en cierto sentido “son un pequeño tributo a estos actores”. Pero también sirven para que el presidente “tenga más control sobre el gabinete”, ya que hay quienes le disputan poder, expresó López Burian.
Según Santoro el cambio en el Ministerio de Relaciones exteriores “se da luego de muchas crisis diplomáticas”. Pero lo que más se le criticó a Araujo, fue “la falta de capacidad para conseguir las vacunas necesarias para la inmunización” ante el Covid-19.
En otro aspecto, Santoro entiende que la llegada de Torres al Ministerio de Justicia y Seguridad Pública, “no implica algo bueno”, porque este es cercano a la familia de Bolsonaro y esta cartera está a cargo de la Policía Federal (PF). Y el rol de “la PF es crucial en investigaciones de corrupción y delitos económicos”. “Investigaciones como Lava Jato solo fueron posibles porque la PF tenía cierto grado de independencia”, sentenció.
La relación del gobierno con las Fuerzas Armadas
Santoro dijo que el cambio en el Ministerio de Defensa “sí fue una sorpresa” y comentó que aún no se conocen los detalles que motivaron la renuncia. Más allá de eso, dijo que “hay trascendidos de prensa que aseguran que entre Bolsonaro y la cúpula de las FFAA había tensiones”. Esas tensiones tendrían que ver con que “el presidente pretende un apoyo político-partidario por parte de los militares”, pero los generales y almirantes temen “que eso sea negativo para el ejército” debido a la mencionada caída de la popularidad de Bolsonaro.
Desde la oposición, los cambios en las FFAA se ven como un intento del presidente de iniciar una escalada autoritaria. Santoro no cree que pueda haber en el futuro un golpe de Estado en Brasil, pero sí “pueden haber ataques a las instituciones brasileñas”, y recordó el asalto al Capitolio estadounidense; “cuando vimos eso, muchos pensamos que lo mismo podría pasar en nuestro país”.
Los militares nunca habían tenido tanta influencia en un gobierno desde la vuelta a la democracia en 1985. “El 40% de los ministros son militares y hay unos 6.000 ocupando cargos de jerarquía en instituciones estatales”, agregó Santoro. Para el investigador de la UdelaR, más allá de alguna tensión con el presidente, “las FFAA también son el gobierno de Bolsonaro”.
Según Santoro, incluso hay proyectos de ley “impulsados por sectores políticos que procuran que los militares no puedan ocupar cargos de confianza en el Estado. Es una reacción a la alta participación que tienen estos en temas políticos”. Santoro cree que se llevarán a cabo estos cambios “luego de la presidencia de Bolsonaro”.
En otro aspecto, para López Burian es ingenuo considerar que las FFAA “pueden ser el garante de la institucionalidad brasileña” como han dicho muchos periodistas y analistas. Y recordó que el pasado 31 de marzo desde el ejército “se llamó a celebrar el aniversario del golpe de Estado de 1964” como “una revolución que salvó a Brasil del comunismo”.
En ese sentido, dijo que “los militares no ven en Bolsonaro un líder, ellos tienen su propia agenda” y esa puede, en ocasiones, tener puntos en común con la agenda del jefe de Estado.
Por otra parte, Santoro comentó que durante los gobiernos anteriores, la imagen de las Fuerzas Armadas brasileñas entre los ciudadanos siempre fue muy buena. Y siempre se ubicó por encima del resto de las instituciones brasileñas; “los partidos políticos, los medios de comunicación e incluso la Iglesia Católica”. Actualmente, continúan teniendo una alta popularidad, pero en un contexto en que todas las instituciones de ese país tienen mala imagen en la opinión pública. “El ejército ha perdido apoyo entre las élites económicas, la clase media y quienes tienen un alto nivel de estudios”, concluyó.
Comments