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Superhéroes: los personajes más allá de la pantalla

La historia, los estereotipos y las películas basadas en superhéroes desde una perspectiva sociológica, psicológica y académica

Clementina Pintos

La historia de los superhéroes tiene una fuerte conexión con la historia de los Estados Unidos. Los distintos contextos históricos generaron la necesidad de contar con héroes. La Gran Depresión, las Guerras Mundiales, la Guerra de Vietnam y el escándalo de Watergate fueron algunos de los hitos más significativos para la aparición y readaptación de los superhéroes de ayer, de hoy y de siempre.

Marvel y DC, empresas destacadas en el rubro de entretenimiento, son las dueñas de la mayoría de los superhéroes que fueron llevados a la pantalla grande. Año tras año, las películas de superhéroes -basadas en cómics- son un éxito de taquilla no sólo en Estados Unidos sino en el mundo entero, incluido Uruguay.

Una prueba de ello fue la reciente muerte de Chadwick Boseman quien padecía cáncer de colon. Colegas del actor y fanáticos de los cómics y de las películas, expresaron en sus redes sociales la sorpresa y la tristeza que les provocó la muerte del actor de 43 años que interpretó a Black Panther, uno de los personajes del universo cinematográfico de Marvel (UCM).

Para el psicólogo Jorge Bafico, el fanatismo y la admiración por estos personajes se basa en que los superhéroes “generan un efecto de fascinación que nos permiten fantasear y proyectarnos en los que nos gustaría ser”. “¿A quién no le gustaría ser un superhéroe?”, fue la pregunta que se hizo y que nos hacemos.

El paralelismo histórico

En la década del treinta, Jerry Siegel y Joe Shuster crearon a Superman, el extraterrestre proveniente del planeta Kriptón capaz de hacer hasta lo imposible. Su aparición se dio cuando el mundo real atravesaba la Gran Depresión, originada en Estados Unidos tras la caída de la bolsa de valores de Nueva York en el año 1929. Para el sociólogo Alfredo Falero, el hombre de acero se constituyó como “el arquetipo del ‘american way of life’” y se utilizó más adelante “para reclutar soldados”.

“El caso más patético es el del Capitán América”, dijo sobre el personaje creado por Joe Simon y Jack Kirby. En la década del cuarenta, con el avance del nazismo, surgió la necesidad de construir un superhéroe para “enfrentar” al movimiento liderado por Adolf Hitler, y por eso el primer ejemplar del cómic mostraba al Capitán América dándole una trompada al mismisimo lider nazi.

El sociólogo reconoce que la invención de los superhéroes tiene un sentido de entretención pero advierte que ninguna de estas creaciones son “ideológicamente neutras”. Según cuenta la historia, Steve Rogers, quien se esconde detrás del traje del superhéroe americano, quería enlistarse en el ejército; no es una casualidad que las historietas del Capitán América fueron especialmente populares entre los soldados.

Poco tiempo después de la aparición de Superman, y cuando la delincuencia gobernaba las calles estadounidenses, Bob Kane y Bill Finger crearon a Batman, el hombre murciélago cuya historia se construyó bajo la premisa del sufrimiento, ya que de niño vio cómo asesinaban a sus padres en un callejón de Ciudad Gótica.

El primer Batman de los cómics y otras adaptaciones como la de Cristopher Nolan en el cine, se diferenciaron de la parodia televisiva de los sesenta protagonizada por Adam West porque “tienen una lógica mucho más oscura y tratan de ser más creíbles”, opinó Falero. Agregó que “las sociedades van construyendo lógicas culturales que luego influyen en la sociedad” y que “después se van naturalizando y las integramos como algo dado”.

Tony Stark, más conocido como Iron Man, es un multimillonario que ganaba fortunas vendiendo armas a la milicia estadounidense durante la Guerra de Vietnam -en la película protagonizada por Robert Downey Jr. el conflicto se situó en Afganistán-, es capturado por el enemigo y obligado a construir una poderosa arma, y en lugar de eso construye su armadura de hierro.

El patriotismo que reinaba en el país norteamericano se vio afectado luego del robo de documentos en las oficinas Watergate de Washington. Fue ahí que el escritor Steve Englehart escribió un cómic del Capitán América en el que se enfrentaba a un villano enmascarado y al momento de vencerlo se reveló que era el presidente, sacó un arma y se suicidó; paralelamente Richard Nixon renunciaba a la presidencia por estar vinculado al escándalo de Watergate.

Tampoco es casual que en los sesenta, con la llegada de un joven John F. Kennedy a la presidencia de Estados Unidos y el incipiente interés por la carrera espacial, aparecieran superhéroes como Los 4 Fantásticos, quienes obtuvieron sus poderes en el espacio, o Spiderman, que representaba a los adolescentes de la época.

La imposición y superación de los estereotipos

Para Falero, el superhéroe “está anclado a esta idea del bueno contra el malo”. Por su parte, Santiago López, docente del departamento de Medios y Lenguaje de la Facultad de Información y Comunicación (FIC) de la Universidad de la República (Udelar) opina que “las estructuras narrativas” de este tipo de películas “son bastante similares” y que se sabe quiénes son los héroes y quiénes son los villanos.

El psicólogo Jorge Bafico entiende que en la actualidad “los paradigmas van indicando que el bien y el mal ya no están tan separados”, y en ese sentido, Falero asegura que ahora “la trama tiende a complejizarse” y que no es “estereotipada”. Agregó que para que la obra genere “poder simbólico” sobre la sociedad “tiene que haber cierta aproximación con la realidad”. “No es que la gente se lo crea pero encuentra cierta familiaridad” en los problemas que se plantean, dijo.

El sociólogo propuso como ejemplo la película del Joker, recientemente interpretada por Joaquin Phoenix, dado que “representa un problema que puede ser real”. “La problemática social y el sentirse discriminado forma parte de la familiaridad de la gente”, comentó. “No hay ninguna sociedad que sea enteramente transparente” y apuntó que “la ruptura de normas” no parece ser algo ajeno a las sociedades contemporáneas.

Otro ejemplo podrían ser las películas de los X-Men que cuentan con la participación de Hugh Jackman en la piel de Wolverine, un antihéroe que personifica la ira y el caos. Wolverine vive atormentado por su pasado al igual que los veteranos de la Guerra de Vietnam, quienes regresan a sus casas después de una guerra cruel. Tanto los veteranos como el personaje de Marvel fueron entrenados para matar y son marginados por la sociedad.

Los X-Men, nacidos en los sesenta, son mutantes con superpoderes que buscan ser aceptados por los humanos. Su líder, Charles Xavier, propone medios pacíficos para la aceptación, y su antagonista, Magneto, entiende que ese fin sólo se alcanza por otros medios. Paralelamente, la lucha por la igualdad de los derechos de los negros era impulsada por Martin Luther King y Malcolm X, que al igual que los antagonistas de X-Men, uno era pacifista y el otro radical.

La producción cinematográfica

López contó que en los filmes de superhéroes se invierten como mínimo “130 millones de dólares” y que en ingresos “las últimas películas de Marvel superaron los mil millones de dólares”.

“Esta nueva modalidad de universos compartidos que apareció en la última década se basa en lógicas de mercado”, aseguró. A su vez destacó el papel de las redes sociales en la difusión del contenido de este tipo de películas: “más que universo cinematográfico estamos hablando de universos transmediáticos”, opinó.

Aclaró que no es una crítica pero que “las películas con grandes presupuestos ven al espectador como un consumidor” y que se diferencia de otro tipo de cine en el que “el fin último no es recaudar dinero sino plantear otro tipo de relaciones con el espectador”.

López cree que los autores de estas películas son inteligentes en cuanto a que “mezclan géneros rentables” como la ciencia ficción, la aventura, la acción y el thriller, todos “muy consumidos por la audiencia”, opinó. También destacó que estas películas tienen contenido social e ideológico y que “se arriesgan a proponer otros géneros como la comedia”, como es el caso de la película Thor: Ragnarok. “Dentro de todo el paquete hay riesgos tomados dentro de lo narrativo”, concluyó.

El director Martin Scorsese, en entrevista con la revista Empire, negó que las películas de Marvel fueran cine, y al respecto, López explicó que esa crítica se basa en que ese universo cinematográfico “privilegia la forma más que el contenido; y las cuestiones visuales y técnicas antes que la historia o la narrativa” pero que tanto este “como el de Scorsese, como el de Adam Sandler o como el uruguayo”, siguen siendo cine. “No creo que haya dicotomía entre el cine de Hollywood y el cine de autor”, opinó; y ejemplificó con el cine de Quentin Tarantino que, según él, “no encaja en uno ni en otro”.

Las películas de superhéroes que muestran características típicas de la sociedad norteamericana tienen éxito en Uruguay y López piensa que puede ser porque las “grandes salas de cine como Movie, Grupocine y Life replican carteleras norteamericanas tradicionales”. “Lo que está allá y funciona viene para acá”, explicó.

 

2020 sin convención

Montevideo Cómics es la convención de historietas más conocida en Uruguay que desde el 2002 se presenta todos los años en Montevideo. Este año se iba a presentar en el mes de octubre pero debió suspenderse por la pandemia generada por el coronavirus. “En principio no la vamos a realizar debido a la incertidumbre con la habilitación de eventos como el nuestro”, comentaron los creadores.

Dada la situación parece un hecho que la suspensión se extenderá hasta el 2021. “Si se resolviera la situación, nos dejaría muy poco margen para gestionar el evento para hacerlo en las condiciones mínimas”, agregaron. “Estamos haciendo las gestiones y elaborando planes para el año próximo”, adelantaron.

 

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