El mapa político ha sufrido cambios en los últimos siete meses por las elecciones presidenciales y subnacionales pero la población todavía debate las versiones sobre lo sucedido
Las elecciones subnacionales tienen como objetivo la elección de autoridades regionales en Bolivia: los nueve gobernadores, 336 alcaldes y 2008 concejales. La primera vuelta tuvo lugar el 7 de marzo y la segunda el 11 de abril. Portainfo se comunicó con tres comunicadores locales y una activista social feminista para contextualizar la situación política y social del Estado Plurinacional. Las autoridades electas a gobernaciones y alcaldías asumen esta semana.
El Movimiento Al Socialismo (MAS) consiguió tres gobernaciones mientras que el Movimiento Tercer Sistema (MTS) obtuvo dos gobernaciones. A su vez, la Agrupación Departamental Ciudadana Jallalla, ganó una gobernación y lo mismo sucedió con Chuquisaca Somos Todos (CST), Creemos y Unidos para Renovar.
Respecto a las alcaldías se destacan: el MAS que obtuvo 240, el MTS 10, Creemos con siete, Comunidad Ciudadana seis, el Movimiento Social Demócrata cinco, Jallalla cuatro, Unidos Para Renovar tres, Frente para la Victoria Bolivia y CST dos.
Democracia y polarización
Fernando Molina, periodista y analista político, dijo que “en Bolivia hay una gran aprobación a la democracia”. Agregó que es “uno de los países con mayor aprobación a la democracia del Latinobarómetro”. Y a pesar de que “el Tribunal Electoral y otras instituciones democráticas están muy golpeadas”, la gente “todavía cree que la solución pacífica para los problemas es el voto”. En consecuencia, la mayoría de la población rechaza “las iniciativas que tiendan a coartar los derechos democráticos tal como los hemos conocido”, aseguró.
En contraste, Alex Aillón, periodista y poeta, opinó que “Bolivia ha atravesado momentos muy turbulentos políticamente hablando” y desde hace mucho “la sociedad está altamente polarizada”. La división “se hizo más evidente” con la llegada al poder del MAS, pero eso no quiere decir que “antes no haya existido”. Sino que “el desplazamiento desde el margen hacia el centro de los movimientos sociales y del poder popular” ha generado “una visibilidad total” de lo polarizada que está la sociedad boliviana en general, observó.
Aillón explicó que en su país “siempre ha existido una profunda desconfianza en la independencia de las instituciones estatales” y por eso, la democracia históricamente “estuvo en cuestión”.
Por otra parte, Molina contó que la polarización “tuvo sus momentos de violencia”, pero actualmente “estamos en un momento de mayor tranquilidad”, debido a que “la victoria del MAS en las elecciones presidenciales fue contundente”. Luego “los políticos se han dedicado a las elecciones municipales y de gobernaciones”, por lo que no hubo demasiados frentes de choque”, añadió.
Sin embargo, “la polarización está ahí, agazapada”, porque los grupos sociales “no han cambiado de opinión ni de intereses”, aseguró. Y “la situación que está viviendo el país no es buena, entonces es difícil que se estabilice el gobierno”, consideró.
También explicó que la diferencia más importante es entre: “la élite oriental del país que es la que vive en Santa Cruz de la Sierra”, que tiene sus propios partidos y líderes, y la de La Paz. Señaló que la élite paceña está “acostumbrada a gobernar desde comienzos del siglo XX”. De alguna manera, “Evo Morales es una continuación de ese dominio de las élites occidentales del país”, destacó.
Los medios de comunicación replicaban la misma lógica de enfrentamiento, “se notaban mucho las preferencias políticas a nivel de los medios y durante los conflictos del 2019 creo que en lugar de informar lo que han hecho ha sido avivar las llamas de una catástrofe. La desinformación nos llegaba a Chequea Bolivia, y notamos que se utilizaban videos de otros países o de otros años para confundir”, sostuvo Álvaro Montoya, periodista y fact checker en Chequea Bolivia.
¿Golpe o fraude electoral?
Para la educadora popular, activista feminista y radialista aymara, Adriana Guzmán Arroyo, "es importante recalcar que Jeanine Añez ha sido una presidenta de facto y que aquí no ha habido ninguna transición, ha sido un golpe al pueblo y un golpe de Estado”. “Más allá de los parámetros teóricos que se utilizan para definir un golpe, los golpes se sienten en el cuerpo y nosotros como pueblo lo hemos sentido junto a las masacres, la represión, la criminalización y el abandono total cuando terminó su gobierno y quedamos en pandemia”, sentenció.
Los demás entrevistados no toman partido en esta disyuntiva. Para Aillón la lucha por la narrativa entre “el golpe o el fraude” es un tema central y las acciones en la justicia forman parte de ese debate. El poeta afirmó que las elecciones presidenciales ganadas por el MAS “son inobjetables”.
De todas formas, recordó que Morales “perdió un referéndum fundamental en el que le decían que no podía ser reelecto” y lo “desconoció”. En lo que considera “una inobservancia hacia la ética democrática” por parte del líder político.
Para Aillón ahí comenzó todo “este desfase”. Eso también “tiene que ver con las movilizaciones ciudadanas que hubo en 2019”, argumentó. Enfatizó que “pese a quien le pese”, en ese momento, eso fue lo que sucedió.
En este momento, Áñez se encuentra en prisión a la espera de que se la juzgue por las acusaciones de terrorismo y sedición. En una situación similar están otros integrantes de su gobierno, e integrantes de las Fuerzas Armadas (FFAA).
“Para gran parte del país está claro que Añez tiene responsabilidad, sobre todo de las masacres”, explicó Guzmán y añadió: “Hubo una masacre que dejó 36 hermanos asesinados, cinco heridos que fallecieron posteriormente, 200 heridos, casi 1200 presos políticos torturados, presas políticas torturadas, violadas y acosadas sexualmente”. La “ex presidenta de facto, aunque no es la única responsable y seguramente hubo otros, tiene que responder por estos actos”, condenó.
Según Montoya, “quedan cosas por aclarar, como el papel de las FFAA y las fuerzas policiales, las víctimas sobrevivientes a las masacres y sus familiares no se han adherido a la denuncia por golpe de Estado, lo que es confuso ya que Áñez promulgó un decreto que eximía a las FFAA de responsabilidad de sus actos”.
Más allá de eso, el proceso del juicio a Áñez “no se ha respetado porque no la han citado y han vulnerado sus derechos con una celeridad que no se ve en ningún otro caso. Se trata de implementar la justicia por el lado de los derechos, no por venganza”, expresó el fact checker y concluyó: “Los hechos tienen que esclarecerse con una investigación transparente”.
“Es un debate muy cerrado y yo dudo que en algún momento se resuelva con la eliminación de una de las dos teorías o mensajes. Creo que eso se va a quedar como un elemento de la polarización boliviana por mucho tiempo”, puntualizó el analista político.
Caudillismo
Si Guzmán tuviera que describir a Evo Morales, diría que “es un compañero que surgió de las luchas, de las organizaciones, fue histórico tener un presidente aymara, con un discurso con fuerza que no venía de él solamente, sino de las organizaciones que lo apoyamos y de los pueblos indígenas que lo apoyaron y le dieron mandato y responsabilidad”. Sin embargo, aclaró: “debimos ser más exigentes y exigirle que no se postule en 2015 cuando perdió el referéndum, que es el origen del conflicto de 2019”.
Los caudillismos son procesos que se han desarrollado en la región latinoamericana - con Correa, Chávez, Maduro o los Kirchner- en los que la moraleja es no concentrar todo en esos caudillos, “porque se mueren y el proceso muere con ellos”, reflexionó la radialista. “No pueden los procesos de los pueblos depender de una persona, las organizaciones y las autoridades siempre deben rotar, nadie puede estar más de cinco años seguidos. Hay que votar para alternar porque todos tienen que aprender y tener responsabilidad, así el pueblo continúa su transformación”, expuso.
Para la población boliviana “Evo genera muchas cosas: una mezcla entre caudillismo, reconocimiento y agradecimiento. Es muy fuerte lo que se siente por él”, contó la activista. Actualmente mantiene una influencia importante ya que es el presidente del MAS, es el presidente de las seis federaciones del trópico de Cochabamba, de productores cocaleros, aún es un dirigente sindical social importante pero con una gran crítica también desde muchos lugares.
Se percibe que actualmente hay una pugna de poder puesto que “mientras el presidente da sus declaraciones, Evo también brinda las suyas y eso no le hace bien al país”, admitió Guzmán, ya que “el presidente es Luis Arce y tienen que dejarlo gobernar, que tenga su propio espacio y su propia voz, por algo lo hemos elegido”.
Panorama político
“La figura de Arce era muy propicia para el discurso” que proponía una salida a la crisis en la que estaba enmarcada el país durante el gobierno anterior, señaló el analista político. El actual presidente fue el ministro de Economía durante “prosperidad boliviana”, ya que “entre 2004 y 2017 más o menos hemos vivido una vida inédita en nuestra historia económica”. Por lo tanto, se lo asociaba al éxito económico.
Asimismo, reivindica “logros identitarios, por ejemplo, el Estado Plurinacional”. Quienes tomaron el poder en noviembre de 2019 cuando cayó Morales son republicanos. Eso en Bolivia simboliza la pretensión de “volver a la República de Bolivia, previa al Estado Plurinacional que se ha impuesto en 2009”, detalló.
“Esa es una reivindicación bastante anti-indígena”, valoró. Pero es “potente en los sectores más blancos, acomodados, que en la república tuvieron un rol preponderante”, comentó Molina.
Respecto a la oposición, Aillón aseguró que “es una lágrima”. La misma está fragmentada, y ninguno de los partidos “tiene una estructura sólida” ni de “alcance nacional”, como sí lo tiene el MAS.
Hay líderes regionales como el gobernador de Santa Cruz de la Sierra, Luis Fernando Camacho, y el alcalde electo de Cochabamba, Manfred Reyes Villa en la oposición. Pero Aillón no cree que puedan conformar “un proyecto de alcance nacional en el largo plazo”.
Sociedad y discriminación
La sociedad boliviana tiene “problemas políticos no resueltos y hay muchas diferencias estratificadas como la convivencia de la pluralidad de etnias, diferencias de clase o el racismo”, desarrolló Montoya. Otro tema que le sorprendió al periodista, además de los discursos de odio, era que “se justificaba la eliminación física del diferente, no existe la otredad en Bolivia. Se han formado grupos paramilitares, hay mucha más violencia y los asesinatos fueron consecuencia de esa presión que se formó, y que los medios lejos de paliarla, la avivaron”.
Sobre esos grupos y la aparición de la juventud en la política, la educadora popular reconoció que hay un debate en el que ha primado un discurso de la juventud como esencialmente buena. “No se piensa que las juventudes también son fascistas, estuvieron en el golpe, la Resistencia Juvenil Cochala es de jóvenes, la Unión Juvenil Cruceñista es un grupo fascista de limpieza étnica. Entonces, ¿de qué juventud se está hablando?”, cuestionó la activista feminista. Para ella ese discurso de juventud sirve para esconder la corrupción, “porque no es que estamos sacando a los dirigentes por viejos, lo hacemos porque son corruptos, inconsecuentes o porque no han sabido escuchar al pueblo, porque se han agarrado del poder o no han hecho autocrítica”.
Molina calificó a la sociedad boliviana como racista con segregación. “Realicé una investigación porque el tema de las élites me interesa. Prácticamente no hay indígenas en la burguesía, en los sectores altos de las profesiones liberales ni en la educación elitista, salvo algunas excepciones”, apuntó.
En cambio, la población indígena se encuentra concentrada en los trabajos manuales, los más duros y peor remunerados. “Todo eso lo hemos heredado de la colonia. Evidentemente la situación es muy distinta a lo que ocurría antes del MAS. Las élites que representa el Movimiento al Socialismo son generalmente indígenas, y eso se expresa en el gobierno, causando roces y conflictos con las élites tradicionales que estaban acostumbradas a gobernar el país, y creían que ese era un derecho suyo”, contrastó el analista político.
Respecto a las mujeres y su participación política, Guzmán explicó una realidad que se agrava con el tiempo: “Estamos castigadas, no sé si por nuestras luchas junto a los pueblos. Se ha promulgado la ley N°243, en 2012, contra el acoso y violencia política, para poder denunciar el acoso sexual de nuestros propios compañeros de partido. Sin embargo, continuamos padeciendo asesinatos y denuncias de compañeras políticas, todas ellas indígenas aymaras, quechuas o guaraníes”. “Creo que hemos enfrentado claramente al sistema y el sistema ha reaccionado hacia nosotras con más violencia y sobre todo con más complicidad de nuestros propios compañeros y desde el MAS”, repudió.
Σχόλια