Conversamos con el conductor de radio y televisión, y director del Magnolio Sala
Por Facundo Gianero
Formó parte de una de las murgas más reconocidas del país, es hincha a muerte de Cerro, tiene muchas horas de radio y otras tantas de televisión. Rafa Cotelo, que además dirige la sala de Magnolio Media Group, extraña la murga pero se siente afortunado por todo lo que consiguió.
Nunca pensó que terminaría trabajando en los medios de comunicación, estudió para ser docente en historia siguiendo los pasos de sus padres que también hicieron de la docencia su profesión. Los medios le gustaron desde siempre pero trabajar en ellos le parecía algo inalcanzable: “ni siquiera sabía qué tenía que estudiar para trabajar en algún medio, era como ser astronauta”, contó. “Alguna vez pregunté y me dijeron: ‘no, no; a los medios sólo entrás si tenés algún contacto’, hay cosas que nunca cambian”, bromeó.
Más allá de la docencia, Rafa dijo que siempre tuvo “inquietudes pseudo culturales”. De joven participó de los encuentros de teatro joven de la Intendencia de Montevideo: “me hizo generar un grupo de teatro independiente en el que terminé conociendo a Tabaré Cardozo”, recordó. De hecho, agregó que fue el mismo Cardozo que lo vinculó con una “murga joven” que estaba armando con su hermano Yamandú: “esa murga se llamaba Agarrate Catalina”, contó.
Rafa contó que antes de desembarcar en los medios “la Catalina al tercer año explotó” logrando el triunfo en la categoría Murgas en el Carnaval de 2005. “A la medida de carnaval se generó un suceso”, puntualizó. “Eso nos cambió un poco, se empezó a transformar esto que para nosotros era un juego en una especie de trabajo, metíamos gira, tocábamos todos los días, una cosa muy rara”, comentó.
Murguista, comunicador, periodista, empresario, productor ¿con cuál Rafa te identificás más y por qué?
- Menos con el empresario, con todos (bromeó). No lo soy ni lo ejerzo y aparte no me veo. Capaz que productor, es lo que más hago. Aunque si lo tuviera que medir en horas, que es una forma medio rara de medir nuestro trabajo, sería conductor o coconductor de radio. Hay veces que estoy cinco o seis horas por día al aire.
¿Extrañás la murga?
- La extraño horrible, y te digo la verdad, no tanto subirme a cantar sino estar con mis compañeros, ensayar, hacer un asadito, estar de gira. Está divina esa vida, es espectacular.
¿En algún momento te cuestionaste ejercer la comunicación?
- He tenido mucha suerte, siempre he laburado en lugares que me dieron satisfacción, más allá de la guita. Capaz que justo estaba haciendo un programa en la tele que no me gustaba o no me sentía cómodo, pero en la radio me estaba cagando de la risa y en el teatro también, y con amigos; peor es trabajar (bromeó).
¿Tenés alguna nota o cobertura a nivel periodístico que te haya marcado?
- No creo que haya hecho algo que diga: “qué bien que estuve, la rompí”, pero hace poco entrevisté a Gabriel Pereyra y me emocionó. Y algunas cosas que he hecho para Unicef y para la Teletón que me permitió interactuar con niños me dieron mucha satisfacción.
¿Por qué te emocionó la entrevista con Gabriel Pereyra?
- Porque lo conocí en esa entrevista y me mostró un costado súper humano y sensible que desconocía absolutamente; me partió al medio. Nunca habíamos hablado, no sólo en una entrevista sino en ningún lado. La verdad quedé impactado.
Más allá de creer que la llegada a los medios era algo inalcanzable, Rafa lo logró. No fue casualidad porque el interés siempre estuvo. “De chiquito fui gran consumidor de los medios, mucho de radio, algo de tele y también algo de prensa, generalmente vinculado al fútbol”, admitió. “Me acuerdo que mi viejo caía con el suplemento deportivo de Últimas Noticias de los lunes que era el único que tenía un suplemento deportivo”, recordó.
Su primer trabajo en un medio fue en radio y con amigos. Con Yamandú Cardozo, Moncho Licio, Pablo Aguirrezabal, Cristian Font, Diego Martínez y Diego Waisrub “tuvimos la chance de hacer un programa de radio en la CX36 Radio Centenario los lunes a las 11 de la noche, en un espacio que lo tenía arrendado la producción de carnaval”, dijo. “Los lunes no querían ir los conductores, nos dieron la posibilidad de hacer algo y nosotros fascinados”, recordó. “El programa seguramente fuera una mierda pero teníamos un cuadrazo y pasábamos bárbaro, obviamente no cobramos ni un peso, ni los boletos”, aseguró.
“Ahí tuve un primer acercamiento y dije: ‘pah, esto está buenísimo, ojalá algún día podamos hacer algo’; grabamos un par de pilotos, lo distribuimos por varias radios y no tuvimos suerte”, contó.
Luego de la primera experiencia en radio, Jorge “El Piñe” Piñeyrúa invitó a Rafa a trabajar de movilero en un programa de televisión conducido por Noelia Campo que sólo llegó a presentarse el piloto. No fue sino hasta 2006 que Rafa debutó en televisión en La Redonda, un programa deportivo de La Tele conducido por Martín Charquero y Alberto Kesman. La invitación le llegó por parte del propio Charquero. “Ahí trabajé unos cuantos años y eso me abrió puertas”, contó.
¿Los periodistas o comunicadores pueden vivir de su actividad?
- Creo que muy pocos sí, muchos están destinados al multiempleo y a otros tantos ni siquiera con multiempleo les da. Yo tengo el canal, la radio y hago eventos, entro en esa bolsa de muchos, hay unos poquitos que sólo con el canal o sólo con la radio les da y es un golazo. Y hay otros que no tienen canal, ni radio, ni posibilidad de hacerlo. Es bravo.
¿Y a qué se debe que algunos puedan y otros no?
- Son las leyes de un mercado y de un sistema perverso e injusto. Yo te puedo decir que me comparo con un montón de gente y pienso que es una injusticia mi posición de privilegio. Y también puede llegar a pasar, no en mi caso porque soy recontra privilegiado, que otro piense que es una injusticia que tal o cual sea tan privilegiado. Es así, funciona así.
¿Creés que en algún momento se va a nivelar?
- No lo sé. Hay algunas cuestiones que están pasando en los medios que me parece que pueden ayudar y es que cada vez se hace más medible la valoración y la repercusión del trabajo de los comunicadores. Antes existían figuras de la televisión que podían estar respaldadas por una medición de rating. Ahora vos hacés una investigación periodística buena o muy buena, que destapa algo o muestra algo interesante, y la colgás en un podcast que hacés en tu casa. Si es realmente muy buena tenés muchas más chances de que llegue y más posibilidades de mostrar y medir tu trabajo. Obvio que es más fácil si tenés una caja de resonancia. A la una entro a La Mesa (de los Galanes) y sé que cada cosa que diga lo está escuchando mucha gente, con lo bueno y lo riesgoso de ello.
¿Tenés algún periodista o comunicador que te guste?
- Sí, muchos. Por suerte la enorme mayoría trabaja acá adentro (en Magnolio Media Group). Carlos Tanco, aparte de ser un amigo, me parece que es un gran despegado. Los gurises de Fácil Desviarse para mí hacen un programa impresionante, para mí el mejor programa de radio.
¿Considerás que es necesaria la formación en periodismo?
- No sé si necesaria pero es mejor, seguro que es mejor. Me imagino que aprendés un montón de cosas, herramientas, materiales de lectura, deben estar mortales. No digo que sea imprescindible para laburar porque también alguna de ellas u otras las podés ir aprendiendo en la práctica. Hay grandes periodistas que no pasaron ni por la puerta de la facultad y hay otros excelentes que sí tienen una formación académica, me parece que está bárbaro. No conozco al detalle la carrera en la FIC (Facultad de Información y Comunicación) pero sí sé y lo veo, ya contar con ese edificio y esas instalaciones está bueno. Sabés que a los gurises les están dando un lugar en el que por lo menos se puede laburar.
¿Qué consejo le darías a los periodistas o comunicadores jóvenes para insertarse en los medios?
- Pondría más esfuerzos en hacer cosas propias y tratar de mostrarlas. Me parece que si tenés algo buenísimo para dar, tarde o temprano, alguien te va a ver; y hay mil ejemplos: Agustín Ferrando (creador de la serie Tiranos Temblad) es uno. Él nunca pasó por ningún medio masivo de comunicación, o por lo menos no antes de convertirse en material de consumo y culto, encontró la vuelta y una forma que estaba buenísima, y lo terminamos viendo todos. Hoy hay redes sociales, un montón de herramientas y mecanismos, si tenés una radio o canal o algo es mucho mejor, pero mientras no la tengas, yo intentaría ir por ese lado. Mientras me escupían de Falta y Resto y de otras murgas, decidimos hacer una murga joven. Si andás bien vas a tener suerte.
¿Cómo surgió Magnolio Media Group?
- A mi me lo plantearon el Piñe e Iñaki (Abadie) en una etapa inicial, cuando era un sueño. Surgió de una conversación de mostrador en un casamiento. Tuvimos la posibilidad de conseguir a alguien que invirtió y apostó por nosotros. “¿Vamos a hacer una radio? Sí, todos decimos eso, siempre; pero hay que comprar una señal y ahí ya hay una plata que hace que se termine la idea, nosotros conseguimos a alguien. Empezó a crecer con el respaldo de quienes nos daban para adelante: “trabajen, rómpanse el lomo”, porque como cualquier empresario o inversionista si no dan los números tenés que bajar. Y así fue creciendo y nos tiramos al agua, más allá de tener la espalda de quien te banque, era riesgoso porque estábamos muy bien todos, estábamos tranquilos, podíamos seguir así toda la vida.
¿Pensaste que se iba a convertir en lo que se convirtió?
- No, no. Y mucho menos tan rápido. Es el cuarto año. ¿Tener esto? ¿el teatro? ¿que haya cuatro radios? Toda la gente con la que te cruzás en los pasillos. Es impresionante.
¿Qué proyectos tienen para Magnolio?
- No lo sabemos. Es tan intenso y ha sido una vorágine tan grande que no sabemos.
En el mes de mayo, Rafa se presentó en La Mesa de los Galanes, programa radial que conduce junto al Piñe, Pablo Fabregat, Diego González y Camilo Fernández, con Edison Campiglia, un personaje con un humor bastante ácido que personifica hace muchos años. En el segmento le dedicó un cuplé al departamento de Rivera que generó el enojo del exdiputado del Partido Nacional, Fernando Araújo, y otros riverenses que decidieron denunciarlos penalmente.
¿En qué quedó la denuncia?
- La denuncia sigue en curso, judicialmente hay un proceso iniciado. Se abrió una etapa de conciliación que se ha extendido unos cuantos meses pero nosotros seguimos intentando ponerle un punto final al tema en esa instancia, que es como una especie de negociación de partes. Nuestra intención es que termine ahí. Si no lo conseguimos la denuncia penal seguirá su curso y habrá un proceso que deberemos acatar.
A partir de ese episodio, ¿te da miedo hacer humor?
- Miedo no, quedé varios días muy triste por las cosas que venía recibiendo, por cómo estaba afectando a mis compañeros y a mi círculo más cercano. Sentía mucha culpa. Al principio quedás con el resorte de “guarda”, que capaz que está bueno para aprender, para cuestionar, para revisar. A veces también se te va la moto y te genera una rebeldía muy tonta de decir: “lo voy a hacer más todavía”. Lo estoy tomando como que tengo que aprender de esto.
¿Campiglia va a volver?
- No lo sé, pero lo queremos decidir nosotros. Ese es el punto medular incluso de la conciliación. Si me preguntás a mí no tengo más ganas de hacerlo, mis compañeros sí tienen ganas. De lo que sí estamos convencidos es que eso lo tenemos que decidir nosotros. Si el personaje se murió o no se murió, o se murió por ahora y nacerá en algunos años, lo vamos a decidir nosotros. Podría llegar a estar planteado como una de las posibles vías de solución del conflicto, entregar la cabeza del personaje y solucionarlo, pero ninguno de nosotros está dispuesto a eso. Está todo bien y capaz que de verdad no lo hacemos más pero es una decisión nuestra.
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