Conversamos con el fundador de la productora Mueca Films, filósofo, investigador y director del departamento de Humanidades de la Universidad Católica del Uruguay
Por Facundo Gianero
Le encontró la vuelta para combinar la filosofía con el periodismo, condujo ciclos de televisión difíciles de olvidar y montó una productora con su hermano. Facundo Ponce de León no pretende saltar del periodismo a la política y tiene una visión crítica pero nada destructiva sobre ella.
El puntapié lo dio en la prensa escrita, más precisamente en el diario El Observador. Estaba empezando el último año de su carrera en la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación (Liccom) - hoy Facultad de Información y Comunicación (FIC) - y llegó la propuesta para sumarse a las filas del diario. Duró dos años.
Dijo que podía parecer raro pero una de las notas que más le gustó escribir fue sobre el carnaval de Cádiz y su vinculación con el carnaval uruguayo. La hizo para el diario El País y ocupó una página. “Fue como ver en carne viva de dónde venía el carnaval de acá. Me encantó”, aseguró.
También contó con orgullo lo que le produce mirar “El Origen del Fútbol capítulo 1”, producido por Mueca Films, la productora que fundó con su hermano, Juan Ponce de León. “Es una maravilla lo que logramos construir de cómo este país se hizo a partir del fútbol, lo que fueron las gestas del 24, el tema antropológico del deporte y por qué la trampa, el juego, y estar con el presidente de la FIFA; un logro periodístico inconmensurable que nos haya atendido en su oficina en Zúrich”, comentó. “Cada vez que lo recuerdo digo: ‘redondito’”, admitió.
No tiene redes sociales pero visita los portales para mantenerse informado, y además, consume a muchos de sus colegas. Le gustaba cómo escribía César Bianchi en el suplemento Qué pasa, lee a sus colegas de Búsqueda Andrés Danza y Guillermo Draper, las columnas de los domingos de El País de Martín Aguirre y las de Fito Garcé, así como las editoriales de Alfredo García en el semanario Voces. Le gusta cómo escribe Fernán Cisneros, también leía a Patricia Madrid cuando escribía en El Observador. En radio prefiere a Darwin Desbocatti y le gusta la dupla que hacen Diego Zas y Juanchi Hounie en Fácil Desviarse.
“Soy hijo del En Perspectiva de (Emiliano) Cotelo. Me acuerdo cuando surgieron las tertulias. Me siento hijo de ese periodismo. Me acuerdo de los jueves de Búsqueda y los viernes de Brecha. No quiero ser ofensivo, pero antes tenía un impacto esperar esos días y hoy no es tan así. Me acuerdo cuando leía las editoriales de (Federico) Fasano en La República, ¡las tapas de La República!”, recordó. “Lo que más admiro del periodismo hoy es la columna de los domingos de Manuel Vicent en El País de Madrid. Es maravilloso”, advirtió.
¿Cuándo se pasó de un tipo de periodismo a otro?
- No sé, probablemente sea esto de la diversidad de la oferta. Ahora es tanto lo que te enterás. Ya no esperás el editorial en la radio a determinada hora, y cuando no lo escuchás no llamás a la radio. Ahora está, lo ves online, lo ves después. Al tener tanta disponibilidad perdiste eso de escuchar o leer en el momento. Me acuerdo de alguna complicación en casa por tirar el diario del martes que tenía una entrevista que había que leer (ríe)
¿Se puede vivir del periodismo?
- Desde que egresé en el año 2001 hasta ahora, cambió tanto el sistema que la respuesta sería sí, pero no como yo lo imaginaba en aquel entonces. Cuando mi generación estudió la Licenciatura en Comunicación en la Universidad pública o en las universidades privadas, su horizonte era ser contratado por un periódico, semanario, radio o canal. Y ahí, a medida que te ascendieran dentro de ese medio, ibas a tener un salario lo más cercano posible para ser independiente. Eso no pasó. Había multiempleo: trabajabas la mañana en la radio, después ibas al canal, trabajabas en prensa, pero después tenías un par de cositas como periodista ‘free lance’ y hacías algún informe para alguna revista. Siempre hubo una especie de multiempleo dentro de los medios. Ese era el horizonte con el que nosotros nos formamos. Era difícil pero era posible. Había gente que terminaba siendo editor jefe o conduciendo algo en televisión. Hoy ese escenario mutó hacia maneras mucho más independientes de autosustentarse. ¿Cómo lo lográs? Teniendo un nivel de exposición y potencia en las redes. Podrían vivir en una especie de mix entre los medios tradicionales y una producción en redes a partir de tweets, historias o videos. Ahí hay combos que parecen funcionar. El vivir del periodismo depende también en función con qué lo comparas. Creo que los que estudiamos comunicación, y ni que hablar los que estudiamos filosofía o humanidades, nunca tuvimos en el ingreso de dinero el objetivo de nuestro vivir. Tenemos una idea de realización diferente a la de alguien que estudió, por ejemplo, Notariado o Contador, que tiene una noción del ingreso diferente. Nosotros tenemos las cosas más mezcladas.
¿Te cuestionaste haber elegido el periodismo como tu actividad profesional principal?
- No. Tenía la vocación por la filosofía, lo comenté en mi casa y fui apoyado en seguirla. Recibí una sugerencia de complementar la formación de lo filosófico con algo donde también me sintiera cómodo. Yo me sentía cómodo en el ámbito periodístico porque nací y me crié en un hogar donde mi padre era empleado público y venía con los diarios. Tengo el recuerdo de que mi padre llegaba y yo miraba las tapas y estaba ahí y leía; escribía a los correos de los lectores. Estudiar periodismo lo sentí como algo muy cercano. Además, soy relativamente extrovertido y el tema de la exposición no era una cosa que me complicara. No tuve esas crisis vocacionales de mitad de carrera de ¿qué estoy haciendo acá? Lo que sí en un momento de la carrera me di cuenta fue que la parte teórica de la comunicación me llamaba mucho. Además, tenía la particularidad de haber cinco o seis docentes que estaban en las mismas carreras. Iba a estudiar filosofía y veía al mismo profesor que me hablaba de teoría de la comunicación, pero ahora me hablaba de filosofía contemporánea. Tuve ese proceso de confusión.
¿Y ahí nació tu interés por la docencia?
- Efectivamente. Surge en la Udelar de la mano de José Seoane, pero mi actividad docente la desarrollé en la Universidad Católica. Ingresé en el 2001 en una ayudantía de Pablo Da Silveira, hoy ministro (de Educación y Cultura), que daba Teoría de la Argumentación y Ética y Comunicación. Ahí me quedé en la UCU desarrollando mi carrera docente. Pero surge de ese mismo interés, y de hecho, empiezo a dar clases de filosofía en la carrera de Comunicación.
¿Estás afiliado a la Asociación de la Prensa Uruguaya (APU)?
- Sí, me afilié cuando trabajaba en El Observador. Me siguen llegando correos (ríe).
¿Por qué creés que hay muchos periodistas que no están afiliados?
- No sabría decirte por qué es eso. Hay una cosa extraña en la carrera del periodismo que es una especie de mezcla muy compleja entre la soledad y el colectivo. Todos los que somos periodistas nos sentimos parte de un colectivo y casi que nos reconocemos de alguna manera. Pero al mismo tiempo hay algo medio solitario en el periodista. No hay una cuestión de pertenencia en un medio, nos podemos mover ahí adentro. Ese movimiento, generalmente es solitario, pero al mismo tiempo hay una cuestión colectiva. Creo que si hubiese una intersección más evidente o construida entre esta soledad y este sentido de comunidad, uno sentiría más el sentirse parte de APU. Yo no podría decir que me representan pero tampoco podría decir que no me representan, si no puedo decir ninguna de las dos cosas ¿dónde está el problema? Siento que soy responsable de mi desarrollo como periodista sintiéndome parte del colectivo, pero en el fondo sin ser parte de él.
¿La falta de tiempo influye?
- Probablemente. Como son tareas sacrificadas, de mucho 24/7 decís “bueno ta, no le voy a sumar tiempo a esta parte”.
En el 2019, Facundo condujo De Cerca, un ciclo de entrevistas que se emitió dos días a la semana en TV Ciudad y en el que participaron los 11 candidatos a la presidencia. La entrevista en profundidad incluía la presentación de tres objetos que habían marcado la vida de cada uno de los candidatos, los que fueron elegidos por ellos.
¿De Cerca influyó en el resultado electoral del 2019?
- Es muy difícil saber por qué la gente termina votando lo que vota. Creo que sería depositar demasiada importancia en De Cerca y en cualquier ciclo. Probablemente, si vos mirás el cúmulo de acciones de un candidato y otro en los medios en los que estuvo, ahí puede ser más fácil decir que (Luis) Lacalle Pou tuvo más aciertos y Daniel Martínez más desaciertos, en su campaña y en su vínculo con los medios. Eso puede haber llevado a que el Frente (Amplio) perdiera la elección, pero es el cúmulo. Dentro de ese cúmulo, ¿cuánto aportó De Cerca o no? No tengo idea porque no sé ni cómo se mediría. Pero es evidente que mucha de la gente vinculada al FA, e incluso vinculada a Daniel, decía que la estaba macaneando. Hay un cúmulo de cosas. Del mismo modo que de la vereda de enfrente, se decía que era una campaña de libro, cero falta, midiendo todo y preparando todo. Creo que en ese sentido, De Cerca estuvo alineado a lo que fue la estructura general de esa campaña. Una campaña un poco más desacertada, desalineada y desarticulada del Frente, y una campaña más organizada, articulada y craneada de la oposición, hoy gobierno. Eso noté yo mismo como productor y conductor de De Cerca. Daniel fue el último candidato en elegir los objetos, y fue el primer candidato de los 11 en saber que se iba a hacer el ciclo. Demoraron. (Ernesto) Talvi me llamó por teléfono porque estaba en dudas entre llevar los cuadernos con Jorge Batlle o el grabador; te da la sensación de un tipo que pensó, que leyó la carta que le mandamos. Lacalle Pou tenía clarísimo los objetos, me llamó su asesor personal. Y Daniel demoró. Si influyó no fue por lo que hicimos nosotros, fue por lo que hicieron los candidatos.
¿El periodista no puede ser militante?
- El periodista no puede tener una adhesión partidaria, hay un matiz ahí con la militancia. Vos podés tener cuatro o cinco ideas o ejes que te mueven y podés sentir que están representadas hoy en una fuerza política o en una agrupación dentro de una fuerza política. O podés sentir que tenés un pensamiento más bien de izquierda, de centro o de derecha en el sentido clásico de un Estado que no se meta, o una idea más anárquica, y de repente la ves representada más en un candidato que en otro. Cuando vos hacés el ejercicio teórico de hacer el ‘zoom out’ de la realidad política concreta y verla en términos más históricos, pasan cosas muy curiosas. El ala wilsonista del Partido Nacional, tradicionalmente un ala mucho más cercana a la sensibilidad de izquierda, hoy es la cosa más de derecha del Partido Nacional. Si vos mirás todas las cosas que llevó adelante (Jorge) Larrañaga como líder wilsonista, son cosas vinculadas que asociarías más al herrerismo más clásico, y Lacalle Pou se plantea como un líder mucho más de centro. Si vos mirás lo que es el Nuevo Espacio, pensás en la figura de (Hugo) Batalla que terminó con (Julio María) Sanguinetti. Si vas a la fundación del FA y pensás en el Toba Gutiérrez (Héctor Gutiérrez Ruiz) que se murió con Zelmar (Michelini) en Argentina, era un herrerista de pura cepa. Hay gente que cambia porque en realidad lo que tiene son ideales. Creo que los periodistas se mueven más en estas ideas, tienen ideas que se encarnan mejor a veces en un lugar y a veces en otro. El voto es una cosa bastante arbitraria, tenés una historia contigo, tenés padres o tíos que vivieron determinadas cosas, te criaste en un barrio que a una cuadra había un comité de base. Me resultaría imposible que un periodista, sobre todo si se dedica a la actividad política, sea impermeable a estas cuestiones.
¿Y cómo hace un periodista para lograr la imparcialidad?
- Siguiendo el instinto más ancestral de nuestra vida comunitaria que es la búsqueda de la verdad y la confianza. Lo único que te genera la formación universitaria son las herramientas para seguir llevando adelante eso que está en nuestro ADN. Vos sabés que si te llama un político del partido X y te pide un favor para que pongas una información, vos cortás y sabés que la tenés que cotejar. No te lo tiene que decir nadie. Es una cosa muy filosófica, pero la tendencia al bien es inherente, por eso tenemos conflictos cuando no lo hacemos. Vos sabés cuándo tenés que cotejar, sabés cuándo informás una cosa que le falta la contracara, vos sabés cuando algo huele a podrido; y cuando algo huele podrido, huele a podrido. No es que huele más a podrido porque es de un partido y menos por ser de otro, huele a podrido. El olor a podrido lo sentimos. Aunque no exista la objetividad no significa que no sea el motor, siempre es el motor.
En varias entrevistas dijiste que no descartarías incursionar en política, pero no te imagino siguiendo los lineamientos de un partido político, ¿cómo visualizás esa posibilidad de hacer política sabiendo que tendrías que someterte a una estructura?
- Creo que los lineamientos de cualquier emprendimiento humano son mucho más dinámicos de lo que parecen. El Partido Nacional, ¿cuál Partido Nacional? ¿El de la defensa de las leyes? ¿El de (Aparicio) Saravia? ¿El de (Leandro) Gómez? El Frente Amplio, ¿el del 71? Las mayores fricciones de la política están dentro de la misma agrupación y no afuera. Los mayores problemas que tuvo Daniel Martínez no los tuvo con Lacalle Pou, los tuvo con el FA. Del mismo modo que en su momento, los mayores problemas que había era Wilson (Ferreira) contra (Luis Alberto) Lacalle Herrera, no eran afuera; y ni te digo Sanguinetti con (Jorge) Battle. Dentro de la misma agrupación, por las lecturas que se hacen de qué es ser blanco, colorado o frenteamplista, es donde se generan los problemas. Yo estoy obsesionado con la cosa pública, con que la vida humana no es sólo privada, no es lo que vos me podés contar ahora de tu vida, sino que hay algo más. Siempre canalicé por la comunicación esta actividad pública. Conté en una nota que no descarto hacer política por esa cosa pública, capaz que tenga que mover el rol y estar más desde lo político yendo a lo público, no lo descarto. Pero no tengo ningún plan. Y como he votado variado tampoco sabría bien cómo se da ese salto.
Tenés a quienes preguntarle...
- No sabés a la cantidad de gente que ya le pregunté (ríe)
¿Considerás que se puede volver al periodismo después de haber dado el paso a la política?
- Sí. Conozco gente que va y vuelve, y que va para allá y va para acá. Considero que parte del impulso y de la reflexión teórica es que la política es la actividad que más incide en el bien común y la vida pública, y es increíble la mala prensa que tiene. Esta idea de que todos los males ocurren en la política. Cumplí 42 años, tuve la suerte de moverme el Uruguay entero y por el mundo de la medicina, la política, lo social y ¿por qué tenemos esta imagen tan negativa de la política cuando es tan humana? Con todo lo bueno y todo lo malo que tiene. No lo tenemos de otros ambientes, capaz que del fútbol. La política realmente cambia las vidas de las comunidades, la mala política la cambia para mal y la buena política para bien, pero la cambia. Hay mucho impacto ahí si lográs tener un buen plan.
Alguna vez dijiste que vos hacés política desde el periodismo y la comunicación…
- Esa frase es una manera de decir “ojo con pensar que la política sólo es de los políticos”.
¿Algún ejemplo?
- El Origen. Fue un acto político en varios niveles. Es pedirle a un canal privado que hable de historia, pedirle a los académicos que hablen en divulgación, pedirle a los televidentes de la televisión abierta clásica que asistan a una hora y media de historia; y nos metimos con la identidad del ser nacional. Hicimos a (José) Artigas, a José Pedro Varela, a los Treinta y Tres Orientales y a (José) Batlle y Ordóñez con un apartado de Saravia. Nos metimos en el núcleo del ser nacional, y de verdad. Fuimos al origen y terminamos hablando de Battle y Ordóñez con el PITCNT, de Artigas con los Blandengues, de los Treinta y Tres orientales en Argentina, de Varela hablando con Da Silveira y con (Héctor) Florit. Eso es un acto político periodístico.
En entrevista con El Observador dijiste que no estabas de acuerdo con la dicotomía entre lo comercial y lo cultural en lo audiovisual, ¿creés que con las nuevas autoridades en el Servicio de Comunicación Audiovisual Nacional (SECAN) puedan trazar cambios en ese sentido?
- Ojalá. Igual, para mí no es un cambio porque cambien las autoridades. El cambio ahí es una pelea que tenemos los humanistas por entender que tenemos que viabilizar comercialmente las actividades y una pelea que tienen que tener los técnicos por entender que hay manifestaciones artístico culturales periodísticas que tienen un valor intangible. Conozco el mundo artístico y tenés esa cosa de cierto desprecio por el que pone la plata o busca la plata. Y del otro lado, en el mundo empresarial, hay un descrédito. Esa dicotomía tenemos que romperla, porque cuando se rompe y se junta sucede lo más lindo. Todo el desafío está en cómo lograr esas intersecciones, y para mí se logran saltando la dicotomía. De Cerca, en ese sentido, fue tremenda experiencia, fue en TV Ciudad, un canal público que no podía financiarlo todo, entendió que había que ir a un portal, El Observador que se sienta en la misma mesa; una asociación española, un estudio de abogados. Toda una especie de zoológico de gente que estuvo alrededor del proyecto, creyendo en que el proyecto funcionaba y que tenía un valor cultural y democrático en poner un tipo de entrevista que no se estaba haciendo.
¿Las redes sociales son fuente de información?
- Sí, pero a un costo un poco alto. Un costo de agresividad, pérdida de tiempo y de frivolidad que es una macana porque podría ser mucho más fuente de información. Ojo, jamás firmaría algo para eliminar una red social. Las miro con una especie de perplejidad de cómo podrían ser herramientas tanto más potentes y lindas de lo que terminan siendo. Hace poco, un colega me pasó la entrevista que le hicieron al fundador de Twitter en The Rolling Stones y él dice que no puede creer cómo una herramienta que cranearon para que la gente se pasara información y debatiera, terminara generando las burbujas que son hoy. La gente se mueve en las redes para validar los prejuicios que tiene antes de entrar a las redes y no hay ningún elemento constructivo detrás de eso. Son fuente de información en base a periodistas confiables. Cuando digo que no tengo es que no tengo ni siquiera un usuario, no las tengo instaladas en el celular.
¿No quedás en desventaja con otros periodistas al no tener redes sociales?
- Sí, pero hay que preguntarse si no es una buena desventaja. La primicia es una cosa que heredamos del viejo ecosistema de medios: radio, prensa y televisión. Tener la primicia era una cosa que tenías a las dos de la tarde y se iba a ver en la tapa del diario del otro día. Hoy en día la primicia, fijate cómo se dio con la muerte de Maradona, peleando por quién dio la noticia. A mí como periodista es una pelea que no me interesa, pero entiendo que para algunos sea válida de jugar, no tengo ninguna postura moral diciendo que está mal. Pero si el costo de tener la primicia es entrar en el mundo de redes yo prefiero no correrlo. De todos modos, el viejo ecosistema de medios utiliza las redes como fuente de información, yo me entero de lo que pasa por los portales. No me importa enterarme tarde, tampoco estoy tan apurado.
Entonces, no te vamos a ver en redes…
- Sería incapaz de estar en redes.
En PH Podemos Hablar dijiste que serías incapaz de tolerar las agresiones en las redes sociales, ¿creés que podrías ser víctima de tantas agresiones?
- Es que el problema no es que sean tantas. Yo miro un video en Youtube que tiene 100 comentarios y 95 son buenos, y cinco que dicen “perdí el tiempo, me dieron ganas de vomitar” y yo me quedo con eso, me quedo mal. No es ninguna virtud. Lo confesé porque me lo preguntaron. Cuando escucho periodistas o comunicadores que dicen que no les importa lo que dicen pienso “pah, qué alucinante”. Si vos ahora te vas y posteás que perdiste el tiempo con Facundo Ponce de León, yo me quedo mal y no tendría que ponerme mal. Si yo lograra mejorar ese aspecto, podría estar en redes, pero hoy no lo puedo mejorar.
¿Considerás que es necesaria la formación en periodismo?
- Sí, lo que pasa que la formación en periodismo no es sólo formación en periodismo. Es formación. Tenés que saber de historia, de literatura, de economía. El periodismo es una cosa rara, es como el oficio de poder hacer simple las cosas complejas. Si mañana te vas a enfocar en ser periodista económico tenés que explicar qué es la tasa de interés. Si vas a ser periodista de deportes, hay una cantidad de formación que necesitás: entender los deportes, su historia, sus reglas, sus trampas, sus principales exponentes, cuándo cambiaron los reglamentos y por qué. Si vas a ser periodista de agro: entender la tierra, los suelos. Entender todo eso para poder hacerlo accesible a un público que no es eso o que no es sólo eso. Creo en la formación constante. No creo que el título que recibimos al egresar habilite una cosa de una vez y para siempre. Es esencial en este mundo multitodo la formación, un diferencial clave por el cual se termina viendo lo que publicás.
¿Qué consejo le darías a los periodistas jóvenes para insertarse en los medios?
- Que los medios son ellos. No tienen que acceder a los medios. Casi que es al revés, no es cómo llegan al medio sino cómo el medio los va a buscar. Ese sería el consejo. A veces es crítico, siempre están por cerrar todos los diarios, cierran radios, todo se achica. Pero la avidez de la buena información o la buena crónica no disminuyó, sino que es cada vez más creciente. Los medios siempre van a estar ahí, aunque mañana te digan que cierran tres radios más. Un gran desafío para todos los periodistas es pensar en el mundo, siempre pensamos en informar en la aldea y deberíamos lograr mecanismos y entrenarnos para informar en el orbe entero, eso estaría demás.
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