Conversamos con el conductor de Despertate, el matutino de Radiomundo, y cronista de Telemundo, el informativo de Teledoce
Por Facundo Gianero
Empezó como periodista deportivo en su Salto natal, no puede dejar la cobertura policial y se obliga a arrancar cada día de la mejor manera posible. Miguel Ángel Chagas trabajó en un montón de cosas no vinculadas al periodismo antes de convertirse en uno de los referentes indiscutidos de la crónica roja.
El interés por el periodismo comenzó a muy temprana edad. Su padre es relator de fútbol, y de niño, Miguel Ángel solía acompañarlo a la cancha. “Me acerqué a la radio en esas transmisiones deportivas”, recordó. Trabajó de periodista en Salto pero veía complicado lograr un crecimiento profesional y por eso decidió mudarse a Montevideo. “Todo el mundo me decía que en Montevideo no me iban a abrir las puertas y que si no me ponían a dedo no iba a conseguir laburo”, recordó. Cuando se instaló en la capital constató que “hay quienes llegan por ayuda, pero también hay de esos periodistas que llegan en base al esfuerzo y al sacrificio, como es mi caso”.
¿Te gustaría volver a Salto y hacer periodismo ahí?
- Me gustaría volver. Me crié en Salto y me encantaría volver a terminar mis días ahí. El periodismo del interior no cuenta con los recursos que tienen los grandes medios acá. Hay radios del interior que no tienen habilitado el cero para hacer una llamada telefónica. Es totalmente valorable el trabajo del periodista del interior que saca adelante el laburo aún con esas dificultades. Conozco casos de periodistas del interior que usan su propio teléfono para conseguir información o chequear algún dato. En el interior hay grandes profesionales que si tuvieran las mismas herramientas que nosotros tenemos acá, seguramente se lucirían de la misma forma que muchos de acá. Económicamente, los medios del interior están muy golpeados y eso hace complicado el panorama.
Su primer trago amargo en la profesión lo tuvo cuando lo despidieron de Radio Nacional, en donde Miguel Ángel leía el informativo. “Me acuerdo que esa tarde lloré desconsoladamente, tenía 24 años y pensé que mi vida profesional había terminado”, comentó.
Después de su trabajo en Radio Monte Carlo, el periodista -y amigo- Fernando Vilar lo convocó para hacer junto con él De Primera Mano en Radio Cero. En ese entonces, el cronista policial Santiago Bernaola fue desvinculado de Canal 4 por haber agradecido la muerte de un delincuente en un altercado con la policía. “¿Te animás a hacer policiales en Canal 4?”, le preguntó Vilar. “Ahí llegó todo, totalmente de casualidad”, aseguró Miguel Ángel.
Sobre la crónica policial, lamenta que le consuma tanto tiempo y eso le impida investigar. “Hoy por hoy, los hechos violentos se suceden de forma diaria y son tantos que muchas veces te olvidás de lo que pasó en una semana, y terminás dejando de lado investigaciones que hubiesen estado buenas, o dejás temas colgados que hubiese estado bueno seguir, porque la agenda diaria te va marcando el día”, reconoció.
Dijo que pudimos recordar la toma de rehén de la peluquería Amor Mío, ocurrida en enero de 2019, luego del reciente episodio en la joyería del centro de Montevideo, pero que poco se sabe sobre su desenlace: “¿En qué está la persona que estaba ese día? ¿Sigue en prisión? ¿Se está recuperando? ¿Le están haciendo un seguimiento? ¿Y las víctimas? ¿Cómo viven? Esas cosas se abandonan por la agenda diaria”, cuestionó.
En Canal 4 conoció a su colega Leonardo Pedrouza, quien lo ayudó a entender “la operativa en cuanto a policiales”. “En determinado momento sentí que había cumplido un ciclo y decidí dar un paso al costado, estaba un poco cansado de los policiales, y después me vinieron a buscar de Telemundo”, contó.
¿Por qué volviste a cubrir policiales?
- El periodista policial vive en base a sus contactos y yo tenía todos los contactos. Telemundo salió a buscar cuando se jubiló Nazario Sampayo. Buscó a alguien que estuviera empapado en la materia, ahí me contactaron. Había dicho que me había ido por estar un poco saturado de la crónica policial pero después, reflexionando, si me vienen a buscar es porque esto es lo mío. Era un desafío. Son muy pocos los profesionales que trabajan en un noticiero abierto y pegan el salto a otro. Contados con los dedos.
¿Te imaginás en otro lugar fuera de la cobertura policial?
- Hoy no, ya estoy pisando los 40 y no. La gente me identificó en ese rubro. Creo que logré manejar un lenguaje claro. Antiguamente, los partes policiales decían: “el individuo camina por la banquina” y eso llamaba un poco la atención. La gente necesitaba que alguien le transmitiera la información policial como se habla normalmente: “el hombre camina por la vereda”. Creo que conseguí un estilo natural en el cual transmitir esa información que muchas veces es sensible, y a la gente, no sé si le gustó, porque esas noticias no gustan, pero las aceptó. Aceptó esa forma de comunicarlas. Estás contando algo de la manera que lo contarían en el supermercado, en el comercio del barrio. Hoy no me imagino haciendo otra cosa.
La crónica policial se consume bastante pero también se critica otro tanto ¿hay morbo?
- Es complicado. Me ha pasado que muchas veces cuestionan lo que mostrás, lo que decís, cómo lo mostrás y cómo lo decís, y sin embargo, estás en el lugar del hecho y paran a sacar fotos. Le sacan foto a algo que yo jamás en la vida le sacaría, y seguramente, ese que sacó una foto es el mismo que después cuestiona el trabajo. Las redes sociales están complicadas y hay quienes desde el anonimato se dedican a cuestionar, pero aprendés a convivir con eso. Trato de hacer el trabajo de la mejor manera. En Telemundo tengo contacto fluido con mis coordinadores y los gerentes del noticiero. Cada cobertura, cada salida al aire, cada información que se da es discutida entre todos. Es gente que tiene mucha experiencia, que hace mucho tiempo está en el medio y de alguna manera también te respalda. La gente no sabe pero lo que sale al aire de una cobertura es previamente discutido. A mí no me importa que cuestionen algunos aspectos.
¿Qué te pasa cuando las críticas las hacen otros colegas?
- He tenido discusiones muy sinceras con algunos colegas. Me acuerdo que una vez me invitaron a un programa y estábamos debatiendo sobre la inseguridad: del abuso policial y en qué momento o de qué forma la policía debía reprimir. Alguien dijo que la policía no debía reprimir en ningún momento. ¿Has estado en el 40 semanas? ¿Has visto cómo le escupen en la cara a la policía? No podés tener una opinión formada con parte de la historia. Soy consciente que la crítica constructiva es fantástica, es más, si me equivoco lo reconozco. Me he equivocado, me puedo equivocar y me voy a equivocar muchas veces. Cuando la crítica viene desde lo constructivo, de hacerte ver un error, de mostrarte que no fue afortunado lo que dijiste, bárbaro. No soy infalible. A veces la crítica no viene desde el lado constructivo. Hay muchos periodistas que ni van a los lugares y critican o terminan cuestionando algunas cosas. Yo jamás cuestionaría a un colega. Algunos colegas ponen en tela de juicio la buena fe de sus propios compañeros, yo creo en la buena fe de las personas.
¿Cómo es el vínculo del cronista policial con la policía?
- Respeto mutuo. El funcionario policial hace su trabajo y yo hago el mío. No quiero que el funcionario policial entorpezca mi trabajo y yo no entorpecer el suyo. El funcionario policial es la autoridad y como tal, es quien marca qué se puede hacer, qué no se puede hacer, hasta dónde podemos ir y hasta dónde no podemos ir. Los policías entienden que hacemos nuestro trabajo y que no estamos para perjudicar. A mí me encanta mostrar el trabajo de la policía porque muchas veces dicen que la policía no hace nada y creo que es todo lo contrario. La policía hace mucho. Son los primeros en llegar en situaciones límites, de riesgo, y a veces pasan horas en un lugar custodiando una evidencia. Respeto el trabajo de la policía y la policía respeta el trabajo de los periodistas que cubren la crónica policial.
¿La cobertura al detalle no pone en peligro a la víctima?
- El día de la toma de rehén (en la joyería del Centro) me escribían y me decían “no puedo creer la tranquilidad y la pasividad que tiene la policía”. Y un negociador me decía que era el momento en el que más tranquilo había que estar. La foto del hombre que llevaba el atraco la difundieron los investigadores para que algún familiar se pusiera en contacto con él. Luego de un trabajo psicológico previo, en las últimas comunicaciones, él había reconocido que lo que estaba haciendo estaba mal. Había hecho ese quiebre. Estaba clarísimo que si aparecía alguien afectivo iba a tener ese quiebre definitivo, que en definitiva, es lo que termina pasando. Cuando toma contacto con su familia y con su abogado personal, termina aceptando que no había otra salida que entregarse. Eso fue una estrategia, y es complicado decirlo con el diario del lunes, pero el operativo fue exitoso y se tomaron las mejores decisiones.
Cuando vas a cubrir una situación delictiva ¿ya sabés con qué te podés encontrar?
- Ya tenés experiencia y sabés qué puede haber detrás. Capaz que te lo imaginás y cuando llegás al lugar recabás dos o tres testimonios fundamentales y te terminás dando cuenta por dónde viene la historia. Hay elementos contundentes: ataque a balazos en una esquina de un barrio, el tipo llega a un centro asistencial y no quiere hacer la denuncia, tenés elementos como para pensar que hay algo más. Cualquier persona normal, si le disparan, denuncia. Hay detalles que te van marcando la historia. Vos llegás y con los primeros elementos que encontrás podés ir armando la historia. A veces te equivocás pero esos elementos te terminan dando la razón.
¿Cuál fue tu mejor nota o cobertura?
- Estando en Radio Monte Carlo, leyendo el informativo, en la presidencia de José Mujica llegué a tener un muy buen vínculo con él. Mujica me dijo una frase que se me hizo natural, entendí que lo que decía era cierto: “Uruguay debería, jocosamente, cambiar el nombre, debería llamarse República Oriental del Uruguay, el país del no se puede”. Mujica lo decía en referencia a que él impulsaba cosas que quería hacer y siempre alguien aparecía y le ponía una excusa. No solamente pasa en la política, en la empresa, sino en la vida misma. Estamos predestinados a buscar una excusa para frenar proyectos. Esa frase creo que recorrió el continente. La levantaron en Argentina, en Chile, y refería puntualmente a eso, a cosas que impulsaba y sentía que se las trancaban o frenaban por cosas que no tenían mucho sentido. Por ejemplo, él pretendía reformar el Estado y entendía que había funcionarios que no eran justificados, quería remover a muchos y no se podía. Uno piensa que el funcionario que no tiene su trabajo justificado debería irse, pero no se podía.
¿Se puede vivir del periodismo o estamos destinados al multiempleo?
- Se puede vivir del periodismo y estamos atrapados por el multiempleo. Es imposible, por los salarios que se pagan, pensar en vivir del periodismo y trabajar seis u ocho horas.
¿Creés que esa situación puede llegar a cambiar?
- No lo sé. Creo que al periodista no se le da la importancia que tiene, veo a colegas que muchas veces ningunean. A los que se les ofrece laburo y a cambio de eso se les propone ganar cifras con las que nadie podría vivir. Es una falta de respeto. Debe ser complicado, te formás para vivir de esto, te preparás de la mejor manera y ves que no tenés posibilidades, muchas veces terminás aceptando propuestas que no están buenas, pero porque querés mostrar lo que hacés o lo que sos capaz de hacer.
¿Te cuestionas haber elegido el periodismo como tu actividad profesional principal?
- Sí, me lo cuestiono. Por mis hijas, por mi familia. La crónica policial tiene eso de que salís a las diez de la mañana de tu casa pero no sabés a la hora que volvés, es más, lo he discutido muchas veces con mi señora porque a veces le digo “me voy de casa y no sé a la hora que vuelvo” y mi señora me cambia esa frase y me dice: “y yo no sé si volvés”. Es producto de la ola de violencia que se ha desatado. En el último año estuve en tres tiroteos, en uno de esos a punto de salir al aire, una balacera que no sabía a dónde estaban disparando. La ola de violencia asusta un poco y refleja una situación problemática que tiene que ser atendida. Los conflictos se empezaron a solucionar a los tiros, y eso en algunas organizaciones criminales ya es normal. El otro día recibí algunos datos tremendos, los líderes de algunas organizaciones criminales están todos presos, pero hay gente joven que se ha apoderado de esos grupos y sigue resolviendo las diferencias de la misma manera. ¿Y esto cuando para? ¿Quién lo para? Es la situación que más me preocupa y es la que se debe atender de forma urgente, no nos podemos acostumbrar a que los violentos marquen la agenda del día. Se agarran a balazos, matan personas y allá vamos nosotros a mostrar esa realidad que alguien la tiene que cambiar.
¿Y qué es lo que te hace seguir eligiendo esta profesión?
- Te corre por las venas. A veces me pasa que un sábado que tengo libre, me desenchufo, agarro el teléfono y me llega información de un homicidio, de un asalto, de una rapiña y le destino una hora. Es como el jugador de fútbol, jugás hasta que las piernas no te dan más. El que siente la profesión la ejerce hasta que puede.
Más allá de las horas televisivas que tiene encima, Miguel Ángel conduce Despertate por Radiomundo. Aunque prefiere la radio antes que la tele, reconoció que “la tecnología mató la magia de la radio, porque antes vos escuchabas a alguien y te imaginabas cómo era”. Sin embargo, aseguró que en el dial trabaja para intentar mantener esa magia viva e “inyectarle buena energía al que está del otro lado”. También hizo dupla con Gerardo Sotelo en el Informativo de Carve, antes de que el periodista se dedicara a la política.
¿Cómo terminó el proyecto con Gerardo Sotelo?
- Gerardo me llamó para decirme si lo quería acompañar en el informativo de radio Carve, estuve trabajando un año y medio con él. Después del año, me di cuenta que él tenía intenciones de volcarse a la actividad política. Cuando lo resolvió, fui y le dije que me iba de la radio con él. La radio me pidió que me quedara, después de que se fue Gerardo trabajé un tiempo con Nico Lussich. El tiempo me terminó mostrando que tenía que haberme ido porque a los ocho meses no me renovaron el contrato, fue rarísimo, me sentí un poco manoseado pero no tengo ningún rencor.
¿Creés que Sotelo vuelva a hacer periodismo?
- A él le encanta, cuando se despidió le costaba decir que iba a abandonar el periodismo. Creo que no. Después que cruzás ese límite, la sociedad no te permite que vuelvas. Capaz que le encantaría, pero creo que no.
¿Cómo hacés para ser tan optimista conviviendo con noticias tan complicadas?
- No miento ni invento nada. Cuento la realidad. Lo que está pasando. Eso no me genera culpas. Son noticias desgarradoras muchas veces, pero lo que cuento es lo que está pasando. Llego a un lugar y te cuento lo que pasó. Cumplo con mi trabajo, esa es mi función. Sí me sensibilizo, sí algunas cosas me duelen, pero creo que los violentos no pueden ganar y en contrapartida trato de suministrar esa energía. Es complicado pero es un ejercicio que hago de forma diaria.
¿Por qué creés que hay tantos periodistas no afiliados a la Asociación de la Prensa Uruguaya (APU)?
- Porque capaz que no se sienten representados. Creo en la buena fe de la gente, y creo que quienes están al frente de la organización hacen lo mejor para pelear por los derechos de los comunicadores. Pero quien no forma parte es porque no se siente representado, capaz que no están de acuerdo con las formas en emplear algunas cosas, o por las formas que se defienden algunas cosas y entienden que lo mejor no es de esa manera. Podrían decir “sumate y hacelo de la manera que es la mejor”, y tendrían razón; pero muchas veces el multiempleo, el tener todo el día ocupado, no te deja hacer cosas que te gustarían hacer.
¿Considerás que es necesaria la formación en periodismo?
- Sí, es necesaria la formación. Igual hay cosas que ninguna academia te enseña, cosas que inexorablemente las tenés que aprender en la cancha. Pero la formación es fundamental, también entiendo que hay cosas que las aprendés en la calle, cruda y dura.
¿Qué consejo le darías a los periodistas jóvenes para insertarse en los medios?
- No bajar los brazos, nunca. Cuando me vine a Montevideo trabajé en el Mercado Modelo descargando sandías, trabajé en una empresa de seguridad, en un supermercado, en una verdulería. Siempre tenía la meta puesta en llegar a ser periodista y trabajar en un medio de comunicación, pero estaba totalmente lejos de esa posibilidad; lejos, lejos. Era una utopía. La forma de pensar y sentir, el dejar todo y el esfuerzo, en algún momento, es recompensado. Hoy se puede decir que soy un periodista constituido pero no me descanso, salgo y dejo todo en la cancha. Si me dicen que me tengo que quedar hasta la una de la mañana por alguna cobertura, me quedo. Creo que eso ha colaborado en mi crecimiento y en la aceptación de la gente porque ve mi compromiso. Ese es mi consejo, no bajar los brazos. Es mentira eso de que si no te ponen a dedo en algún lugar no vas a trabajar. Tenés que ir y pelear, buscar la posibilidad, mostrar tu laburo y si lo que haces vale la pena, en algún lugar lo van a tener en cuenta.
¿Te cruzaste con algunos de tus ex jefes? ¿Qué te dicen?
- No lo pueden creer, y yo a veces tampoco. Vengo de una familia muy humilde que me dio todas las herramientas que tenía a su alcance, y a veces le digo a mi madre que yo estaba condenado al fracaso, pero no me resigné, seguí insistiendo y buscando. La vida hoy me recompensa con este momento que vivo que para mí es el mejor momento de mi vida profesional, que además lo puedo anexar con el mejor momento de mi vida sentimental. Tengo a mi familia, atravieso un momento emocional estable. También me levanto cada mañana teniendo presente que el lugar que hoy ocupo es por un tiempo, hay muchos casos de comunicadores que de un día para el otro desaparecen de la pantalla y la vida continúa. Circunstancialmente hoy está acá, lo disfruto y lo hago de la mejor manera que puedo. Acá no te podés creer que sos inamovible o insustituible. Hay talentos por doquier.
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