Conversamos con la directora periodística de la revista Galería
Por Facundo Gianero
No sabía qué estudiar, el periodismo no fue su primera opción, pero al día de hoy piensa que le gusta más de lo que cree. Daniela Bluth trabaja en revista Galería desde sus inicios, pero pretende formarse en otras áreas de la comunicación.
¿Se puede vivir del periodismo?
- Es difícil, a veces me castigo conmigo misma porque de estudiante no me cuestioné si iba a vivir bien o no. Tenía 20 años, no me preocupaban esas cosas. El multiempleo es una realidad del periodismo de hoy, creo que no es la ideal. Me parece que estaría bueno que cada uno pudiera tener un trabajo, concentrarse y poner todas sus energías en eso. Yo soy un poco así, me cuesta la multitarea, que la tengo en la vida per sé porque soy madre, esposa y periodista, pero a nivel profesional está bueno concentrar las energías en un solo trabajo. Y más que el periodismo es muy demandante porque es 24/7, depende del cargo que cada uno tenga, pero es difícil cortar, no es que cerrás la puerta y te olvidás; escuchás una conversación en el ómnibus, en el restaurante, en la mesa de al lado y estás pendiente. La otra vez hicimos los eventos para celebrar los 20 años de Galería, nuestro primer invitado fue Francis Mallmann y surgió porque la productora dijo que lo había visto en Garzón; estás todo el tiempo maquinando. Eso no quita que a veces combinar dos trabajos o tareas esté bueno porque aprendés en las dos; el multiempleo te puede permitir experimentar y elegir hacia donde querés volcar tu tarea. Es difícil cuando tenés que recurrir al multiempleo por una cuestión meramente económica. Si es para despuntar dos vicios, dos pasiones o de complementar me parece que está bueno, y más hoy que hay muchos lenguajes y plataformas donde volcar lo que hacemos. Pero cuando es meramente económico es desgastante y muy angustiante para los periodistas estar siempre pensando en lo económico.
¿Te cuestionaste haber elegido el periodismo como tu actividad profesional principal?
- Sí, me lo he cuestionado, pero creo que en el fondo me gusta más de lo que creo. No me imagino haciendo otra cosa. Si pienso en los últimos años, por los puestos en los que he estado, me dan ganas de aggiornarme o de ir hacia áreas más de comunicación gerencial, marketing o de marca; es un pendiente. Para este año había averiguado y llegó la pandemia. Es una formación que cuando yo hice la carrera no estaba, después surgió la comunicación organizacional. A veces pensamos con mi marido qué podemos hacer y nada de lo que se nos ocurre da más plata que el periodismo así que no nos vamos a arriesgar (bromeó). El periodista es como un idealista, por un lado somos muy exigentes y por otro muy idealistas y soñadores, me gusta disfrutar de lo que hago. No me veo haciendo un trabajo administrativo porque voy a ganar más plata, incluso pasar hacia la comunicación organizacional - que en un momento lo evalué -, no me convenció. No quiero perder eso del contacto con la gente, de contar historias.
¿Te costó ser mujer en periodismo?
- Nunca. Nunca me sentí discriminada, nunca me sentí subestimada, nunca me trataron mal, nunca tuve un jefe que me dejara al lado por ser mujer. Es más, a veces bromeo acá con las editoras, me descubrí mucho más feminista ahora escribiendo la editorial de Galería, no me conocía esa faceta. Me doy cuenta que en mis opiniones o en mi forma de ver el mundo hay una feminista que va cobrando fuerza de a poco, pero siempre me sentí en igualdad de condiciones. De hecho, tuve suerte en la carrera, me fue bien, me fueron surgiendo las oportunidades, y siempre pude ir dando pasos hacia adelante, nunca sentí que ser mujer fuera una contra. Es verdad que nunca incursioné en las áreas del periodismo duro como la política y la economía, no me gustan naturalmente, no son las áreas que más me interesan. Siempre me gustó mucho más el periodismo de revista. No tenía una vocación clara por la noticia, no era eso lo que me apasionaba, a mi me gusta contar historias, me gusta mucho la entrevista, es el género que más disfruto, y si puedo voy a la casa de la gente. Me encanta eso, y me encanta poder plasmar una entrevista, describir el ambiente, el tono. Me joroban porque vuelvo de una entrevista y te puedo decir cómo tenía decorado el living, qué tenía puesto, soy muy detallista y muy visual y eso es lo que más me gusta. Me gusta contar historias de vida, conocer gente; me enriquece a mí y a todo el mundo.
¿Cuál es tu mejor nota o cobertura periodística?
- Hubo muchas. Recuerdo notas a empresas con proyectos sustentables, entrevisté a Javier Artigas, la historia de él es impresionante, cuando salí estaba con pilas recargadas. Me acuerdo del suplemento Domingos cuando empezó a tener una entrevista en la contratapa, la primera entrevista fue a María Noel Ricetto que se la hice yo. Para Galería hice coberturas en la primera etapa, cubrí rodajes en Tacuarembó, estaba Federico Luppi, conocés gente que de otra manera no podrías conocer y eso está buenísimo. También hice un viaje a Madrid por invitación de Pluna porque ellos querían promocionar un vuelo, pero en Madrid estuve como una semana con el fotógrafo Leo Barizzoni e hicimos pila de notas: a un chef que era un salado, notas del Museo Reina Sofía, en el barrio Chueca; son cosas que te nutren el alma y no tiene precio porque no accedés de otra manera. El periodismo te permite acceder a lugares, personas y rincones que en definitiva te hacen un privilegiado.
¿Por qué creés que en Uruguay no está tan desarrollada la revista como publicación?
- Es un producto caro de hacer. El papel y la impresión a color te suben los costos, y hace que sea un producto per sé exclusivo. El Observador siempre fue un diario que se diferenció por tener buena calidad de imágenes e imprimir a color, Búsqueda era en blanco y negro y pasó a color, pero todo eso sube los costos. El periodismo no es un negocio que sea rentable y eso hace que sea más difícil. Creo que a nivel de consumo es un producto deseado y que gusta, nadie te va a decir que es fea, es lindo ojear una revista; desde el consumo más básico de una peluquería donde podes mirar revistas de chusmerío hasta otras de más calidad. Se guardan las revistas, las tenés como colección, creo que es un tema de costos y no de no ser un producto atractivo.
¿Cuál es el secreto detrás del éxito de Galería?
- Creo que son varios, no un solo secreto. Galería nació con Búsqueda, ya tenía un aliado que tenía su prestigio, sus lectores, su reconocimiento y su estructura comercial como para poder ser viable. Fue una idea de Danilo Arbilla que en su momento decía que Búsqueda daba las malas noticias, las noticias duras: cae un político, cierran empresas, baja sube el dólar; y que había que tener un lugar para dar buenas noticias, que también pasan en este país y que a los uruguayos nos cuesta verlas porque somos medio para abajo. Y así con ese espíritu nació Galería. Creo que a la gente le gusta, ver que hay uruguayos que se destacan en el exterior, que hay uruguayos que hacen cosas, que pasan cosas lindas, que estamos a la altura de otros países del mundo en otras áreas. También Galería es una revista muy local, la entrevista de la última página, vamos 20 años, 1032 números y nunca repetimos; casi nunca se hicieron a extranjeros. Son todos uruguayos y eso a la gente le gusta. Las tapas tratamos de privilegiar al uruguayo y demostrar lo que se está haciendo acá. Otra cosa que funciona es que Galería es un producto aspiracional, muestra cosas a las que uno quiere llegar, lograr o tener. Capaz que algunos tildan de snob o clasista, pero todos los que trabajamos acá somos personas de carne y hueso, normales; cada uno con su historia y mochilita en la espalda, no somos princesas o príncipes que vivimos en castillos, simplemente ese es el espíritu de la revista.
De más y de menos
La revista Galería le dedica un espacio a las situaciones, cosas o personajes que están “de más” y a situaciones, cosas o personajes que están “de menos”. Algunos la critican y otros la festejan pero “es una sección icónica”, dijo Daniela. “Los de menos están inspirados en nosotros mismos; son hechos con ironía y humor”, admitió.
La nieta del periodista Danilo Arbilla, Federica Arbilla le dio el nombre a la sección: “en ese momento cuadró, eran como los up and down, los fashion demodé, qué está in o qué está out; pero siempre desde el humor y sin ánimo de ofender, lastimar o herir susceptibilidades”, explicó Daniela.
“Genera un poco de rispidez a veces pero la idea es que sea una sección de humor, para usar la ironía. Nadie pretende que cumplamos con todos los 'de más' y no cumplamos con ningún 'de menos'. No se trata de eso”, agregó.
La sección termina de armarse al cierre de cada número de la revista. Todo el equipo aporta ideas y es Daniela quien hace la selección final. “No tiene ningún método científico”, bromeó.
¿Cuál es el vínculo entre Galería y Montevideo Portal?
- Surgió en setiembre del año pasado, en un momento en el que Búsqueda tenía su propio portal y Galería era parte del portal de Búsqueda pero nuestro contenido no se veía tanto, ni llegaba como queríamos. Veníamos en conversaciones con Montevideo Portal, pensamos en probar esta alianza y así fue que surgió que Galería fuera como una ventana dentro de Montevideo Portal. El contenido es todo propio. Es un acuerdo que nos pareció que estaba bueno, conjuga lo mejor de dos mundos, no tenemos el tipo de notas que hace Montevideo Portal, ellos tienen un portal que funciona muy bien y con mucho tráfico, entonces nos parecía que nos podíamos beneficiar.
¿Galería y Búsqueda están en crisis?
- A nivel empresa somos la misma empresa, lo que le pasa a Búsqueda le pasa a Galería, en eso no hay divisiones. Todo lo que ha salido de las rebajas salariales, el no pago del salario vacacional, todo eso afecta a todos los empleados de Galería, y más allá de eso no hay ninguna diferencia. Nunca tuvimos que evaluar o que viva uno o que viva el otro. Nos afectó a todos a nivel emocional. En Galería y en Búsqueda la gente trabaja con la camiseta puesta. Miro las tapas para atrás de estos ocho meses y son un producto del trabajo, de las ganas y de que no bajamos los brazos ni un minuto, fue difícil. Los sociales que son nuestra pata fuerte desaparecieron por completo, tratamos de reinventar notas. La gente que estaba haciendo cosas no querían que dijeras que las estaban haciendo porque estaba mal visto. Las entrevistas no podían ser personalmente, nosotros tenemos una carga muy fuerte de imagen en la revista, no es lo mismo que te manden la foto por WhatsApp a que vaya nuestro fotógrafo. No había espectáculos para recomendar. No había obras de teatro. No había invitados del exterior. Tuvimos mucha creatividad y profesionalismo. Surgieron ideas, surgieron cosas, hicimos una nota de científicos, hicimos una producción de moda por zoom que nunca lo habíamos hecho. Nos acomodamos. Los primeros meses estuvimos haciendo home office y medio tiempo, las editoras y yo no, pero los periodistas sí. No es indispensable estar las ocho horas acá pero el contacto que se da en el cruce de pasillos, en la redacción, en el debate, es rico, es enriquecedor y hace parte del trabajo. Me parece re importante que no se pierda el trabajo de redacción, que no se pierdan las redacciones porque eso enriquece el trabajo.
¿Por qué creés que hay periodistas que no están afiliados a la Asociación de la Prensa Uruguaya (APU)?
- Estuve afiliada a APU, creo que se debe a ese escepticismo de los periodistas de no creer en nada, desconfiar en todo, no sé si me representan del todo, no sé si me voy a sentir cómodo. No quiero que se sepa a quién voto, ni quiero que se sepa de quién soy hincha ni a qué diseñadora le compro la ropa. O capaz que no todos se sienten representados y por eso no logra tener gran adhesión.
¿Considerás necesaria la formación en periodismo?
- Sí, sin dudas. No hay vuelta atrás, existe, es un hecho y no se puede obviar. Teniendo esas herramientas no las podés obviar, las tenés que tomar, aprovecharlas y sacarle el jugo al máximo. Las universidades son un lugar donde vos hacés contacto. Lucite, matate, da lo mejor de vos, mostrá tu mejor faceta y un profesor te va a ver. Me parece que es un lugar donde además de aprender se pueden generar bases sólidas para los trabajos del futuro. Sería muy soberbio decir “no preciso, en la calle me formo”, y aparte da más trabajo, lleva más tiempo. Los tiempos de la vida son otros, es fundamental y está bueno.
¿Qué consejo le daría a los periodistas jóvenes para insertarse en los medios?
- Hacer bien las cosas, mostrar tu mejor versión como estudiante o como pasante, para mí eso es mucho más que el currículum. En este lugar en el que estoy hoy, a veces me llegan los currículums, pero es muy difícil darte cuenta el perfil de la persona que va a servir para lo que estás buscando, no porque sea buena o mala, a veces no es lo que uno precisa. Veo quiénes son las referencias, dónde trabajó y con quién trabajo, eso es fundamental. Hoy creo que los jóvenes tienen más herramientas. No tienen que perder el idealismo, trabajé mucho con Tomer Urwicz y él decía “¿a quién te gustaría entrevistar? Pedí a cualquiera, no sé, ¿a la Reina de Inglaterra? Bueno, mandá mail a la casa real”, y eso está bueno, hay que pensar así. Pensar en grande, capaz que después cae la Reina de Inglaterra pero abajo está el príncipe Carlos o capaz que está el mayordomo que te cuenta tremendas historias pero hay que pensar en grande y tirarse al agua, mandarse, llamar, no hay que tener vergüenza. No nos vamos a hacer millonarios así que por lo menos disfrutar, pasarlo bien y soñar en grande.
¿Tenés algún referente en periodismo?
- Entre mis referentes no puedo dejar de nombrar a Alejandro Bluth, que fue el primero en darme una oportunidad laboral, y a Claudio Paolillo, mi profesor en la Facultad y después quien me llevó a Búsqueda. Allí también conocí a Mónica Bottero, mi jefa durante mucho tiempo, también maestra de periodistas, en la redacción todavía repetimos muchas frases que ella siempre nos decía. Como lectora, me doy cuenta que disfruto mucho las notas de periodistas que conozco, con los que trabajé en algún momento de mi vida y a los que les tengo especial cariño, como Eduardo Alvariza, Pía Supervielle, Sebastián Cabrera. También me gustan mucho las notas de Leonardo Haberkorn, recuerdo su primera época en Qué Pasa, donde lograba hacer una investigación a partir de un dato que aparecía perdido en un diario. Pero seguro hay muchos más que ahora no me vienen a la cabeza.
Su trayectoria
Daniela es periodista hace más de 20 años, contó que en el liceo había hecho el típico test vocacional que poco la ayudó porque “te dice que podés hacer lo que quieras”, opinó. Al terminar el liceo se fue de viaje un año y al regresar se inscribió en la Universidad ORT: “ya existía la carrera en la (Universidad) Católica; en la pública existía pero eran años de huelgas y era bastante interrumpida y difícil de seguir; y se estaba armando la primera generación en la Universidad ORT”, recordó.
Su primo Alejandro Bluth, periodista y fundador de la revista Tres, participó de la elaboración de los programas de las asignaturas de la carrera en la ORT y se la recomendó. “Me anoté ahí con la idea de hacer publicidad”, confesó. Pero aclaró que desechó la idea después de hacer uno de los talleres obligatorios de verano sobre publicidad. “No me sentí cómoda con el concepto de hacer una campaña sobre algo que a veces no creés pero lo tenés que vender igual porque ese es tu trabajo”, comentó.
La decisión de volcarse al periodismo se reforzó con la recomendación de una profesora: “Ana Solari, que era profesora de un taller de redacción, me había dicho que escribía bien y tenía potencial, que me veía en el periodismo. Un poco por esas dos cosas me fui convenciendo y el tercer año hice periodismo como especialidad”, contó.
Luego de tomar la decisión empezó a buscar trabajo en el rubro, y su primera opción fue revista Tres, la revista que dirigía su primo: “le llevé una carpeta con trabajos y notas que había hecho para la facultad. Él las leyó y me convocó a una reunión, me dio su devolución que fue dura porque no era nada complaciente, no se conformaba así nomás. Me dio algunos consejos y me dijo que iba a ver si tenía un puesto para mi en revista Tres, que funcionaba en el mismo edificio en el que hoy funcionan Búsqueda y Galería. Al tiempito me llamó y empecé en la sección Cultura, hacía el visado, era un folletito viernes, sábado y domingo que era como una especie de guía del ocio, restaurantes, música, espectáculos, todo desglosado por áreas”, comentó.
“Estuve dos meses chequeando direcciones de restaurantes, teléfonos y horarios. Un trabajo de hormiga, pagando derecho de piso, hasta que hice mi primera nota que fue a Alejandro Artucio, un coleccionista de azulejos. Ahí empecé a escribir notas para Cultura y estuve así hasta el 2000 que la revista Tres cerró”, dijo. Sobre el cierre opinó que “era un proyecto muy innovador, era un proyecto multimedio, tenía un estudio de radio, estábamos todos conectados en red cuando no era lo más común, teníamos acceso a internet, teníamos mail corporativo, era todo un proyecto muy ambicioso difícil de mantener”.
Daniela contó que mientras trabajaba en la revista de su primo, Claudio Paolillo, que había sido su profesor en la universidad, la llamó para trabajar en el semanario Búsqueda, sin saber que ella tenía trabajo. “Él estaba tratando de hacer un semillero de periodistas jóvenes, y cuando le dije que estaba trabajando, la idea no era sacar de periodistas de otros medios, y esa vez no quedé. Pero después del cierre de la revista Tres, yo quedé sin trabajo y nos volvimos a contactar”, recordó.
En el semanario Búsqueda suplantó a la periodista Alina Dieste en la sección Internacionales. “Entré a ese lugar pero me enteré tiempo después que ya estaba el germen de Galería y por eso también habían pensado en mi perfil que ya tenía experiencia en periodismo de revista; eso fue en setiembre del 2000 que nació Galería”, contó.
“Trabajé en Galería hasta 2006 y ahí pasé a ser editora de Cultura de Búsqueda, hasta el 2009, y en ese año renuncié y me fui; tenía ganas de probar otras cosas. Había sido periodista, editora de Galería y editora de Búsqueda y tenía 32 años”, explicó.
“Hice producción para televisión, para documentales; colaboré en una enciclopedia que sacó el diario El País y después de dos años entré a trabajar como periodista al suplemento Domingos del país, que estuve desde el 2011 hasta 2017 y después volví como subdirectora, en ese momento se había ido Mónica Bottero y estaba Adela Dubra como directora”, contó.
“Cuando entré a El país en el 2011 no quería saber nada con los cargos de responsabilidad de edición, de cierre, quería salir a la calle. Siempre defiendo mucho la tarea del editor porque es de gran generosidad, trabajás para que la nota de otro quede mejor, para que otro se luzca y es super importante porque atajas muchas cosas en la edición, pero estaba con ganas de escribir”, admitió.
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