Iki es una moneda social cuyo objetivo principal es reactivar la economía social desde una perspectiva local
Por Sadia Baudino
Al reactivar la economía se reconoce que existe riqueza en la sociedad y en las personas. Como forma de quitar el foco en la escasez de dinero, “no tengo riqueza porque no tengo dinero”, expresó Carolina Bertolotti, integrante del grupo iki moneda social .
El término iki proviene de ikigai, concepto japonés que se vincula con la razón de ser en el mundo.
Bertolotti afirmó que el proyecto lo venían gestando hace más de un año y aunque la pandemia no fue el motivo por el cual cobró vida, igualmente les permitió a los integrantes dedicarle más tiempo. Están afianzados en Ciudad de la Costa y Montevideo.
La integrante tuvo anteriormente una experiencia de moneda social hace diez años en Maldonado con un “banco de tiempo”, cuyo objetivo era retejer los barrios y las comunidades a través del intercambio de ayuda y la moneda del tiempo. “Un vecino ayudaba a otro a cortarse el pelo, a pasear el perro, con el jardín y generaba créditos de tiempo para que después otro vecino se lo devolviera y de esa manera ir generando vínculos a través de cada intercambio”, dijo Bertolotti, y agregó que el proyecto duró dos años y luego culminó cuando se mudó a Ciudad de la Costa. Siempre su idea era retomar un proyecto que tuviera características similares, pero sabía que era necesario que además de servicios se incorporaran productos.
En el recorrido conoció a Lorena Cánepa con quien empezaron a darle forma al proyecto y se unieron también Marcelo Cabrera y Andrea Rodríguez.
“Todas las personas necesitamos algo si sacamos al dinero como medio de intercambio. Para eso es necesario generar una red de confianza entre nosotros, en donde podamos intercambiar directamente entre nosotros uniendo esas fortalezas con esas necesidades. Nuestra idea es poder llegar a todo el país y hacer que las monedas locales vayan formando nodos de intercambios, porque creemos que en todos lados existe esa riqueza y abundancia” afirmó Bertolotti.
En las economías solidarias existe el término “prosumidor” e indica que la persona consume pero a su vez también es productora de bienes y/o servicios. Eso lo que provoca es que mejore la economía local y se relaciona con el deseo que tiene el ser humano de consumir.
Cánepa expresó que esta forma de economía modifica los paradigmas de que se trabaja únicamente en algo toda la vida “porque es lo que me da de comer” ya que en este proceso las personas reconocen otros talentos y creatividad para poder consumir y producir.
La forma de intercambio se da por la plataforma holandesa cyclos donde se hace un catálogo con los productos y servicios que se pueden intercambiar. A su vez, allí se hace un registro contable de los intercambios que tiene cada persona, qué compró o qué le compraron, permite llevar un registro con facilidad. El valor de un iki es un peso.
Quienes desean unirse cada 15 días hacen un encuentro por la plataforma zoom. Ese es “el requisito para ingresar porque queremos que haya un trato humanizado que conozcamos, y ahí ir conformándonos como una comunidad porque es eso, es una comunidad digital también”, dijo Cánepa.
En las monedas sociales no existe la acumulación de riqueza que se conoce en el sistema capitalista, por el contrario, en estos sistemas económicos existe el término de “oxidación”. Se basa en que cuanto más tiempo pasan sin ser usadas, menos vale así hasta que queda por fuera del sistema. Que la moneda social circule justamente es lo que le da riqueza por el intercambio.
“A diferencia de la forma que estamos acostumbrados a consumir, lo que genera este intercambio comunitario es que cada vez que consumo algo necesariamente me vínculo con la persona que lo produjo, porque en realidad los prosumidores venden un producto que elaboró esa misma persona, porque no en todas las comunidades de créditos mutuo se da así” expresó Cabrera, además explicó que las personas se vinculan cuando adquieren los productos y servicios entonces eso genera lazos fuertes entre los integrantes de la comunidad.
En la comunidad actualmente son “66 iki-participantes”, ya que así se denominan. Se ofrece una gran cantidad de servicios y artículos. Algunos que llamaron la atención de los integrantes fue, una chica hace plasticinas caseras no tóxicas para niños o las impresiones en 3D para galletitas.
Cada participante puede publicar hasta 15 anuncios en la aplicación. Generalmente son cinco o 10 y esto permite que exista oferta y demanda, que cada integrante pueda administrar los tiempos, decidir lo que quiere hacer en la semana y luego publicar otros bienes y servicios.
No es un grupo muy grande, aunque tienen perspectivas de crecimiento.
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