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El 60% de los uruguayos tiene sobrepeso u obesidad

Seis de cada diez uruguayos sufren de sobrepeso u obesidad, sostuvo la licenciada en nutrición Gabriela Fiorentino. Por otra parte, la historia de Ana Cecilia Guchea quién decidió cambiar sus hábitos para llevar una vida saludable y disminuir su obesidad mórbida para tener un peso normal, sin limitaciones

Clementina Pintos

Para la licenciada en nutrición Gabriela Fiorentino es importante la conexión con el alimento, la rutina y la diversidad de pantallas hace que “no se conecte con la comida, eso produce que coma más y de más, sentir cansancio o que luego sienta hambre enseguida”. “La comida está relacionada con las emociones, el intestino tiene neuronas y las emociones tienen influencia sobre el aparato digestivo. A veces las personas buscan comida para tapar las emociones” dijo la experta.


Guchea junto con otros compañeros elaboraron un proyecto de ley que consiste en que la obesidad sea considerada una enfermedad y además obliga a que los centros médicos tengan herramientas para personas obesas como, por ejemplo; sillas de ruedas, camillas, ambulancias. Esto es un obstáculo porque se los deja por fuera del sistema de salud. La recolección de firmas la están haciendo a puño y letra; y también a través de change.org.


Ana Cecilia Guchea empezó a subir de peso en su adolescencia, a los 12 o 13 años. Desde aquel momento ella no era consciente del daño que le producía cada kilo que aumentaba. El problema radica en una cuestión emocionales que la llevaron a comer cada vez más, en la comida canalizaba todos sus conflictos, y sostuvo que, para ella, en realidad nunca fue un problema.


Con una estatura de 1.54 llegó a pesar en su máximo 135 kilos, su cuerpo “era un 60% de grasa, ni músculo, ni hueso” sentenció Guchea.


Luego de muchos años comenzó a tener limitaciones por la obesidad, sobre todo en los movimientos que realizaba por ejemplo “en dormir, yo no dormía una noche entera, se me entrecortaba el sueño porque al dormir de costado el hombro me empezaba a doler por el peso. Para poder girar hacia el otro lado me despertaba y me tenía que agarrar de la cabecera de la cama para girar, era una de las limitaciones que me estaba acarreando la obesidad”, dijo Guchea.


La sociedad castiga, observa y se ríe de la persona con obesidad, Guchea no era la excepción de ella; “a mí me decían mucho ‘tan linda de cara pero que gordita’. ‘Vos sos muy linda, muy simpática, todas las gorditas son simpáticas’, son comentarios que no te lo hacen con maldad, me lo decían con cariño porque son personas que yo aprecio y que sé que me apreciaban, pero siempre estaba el ‘pero sos gorda’. El preconcepto de que ser gordo es malo, yo elegía estar gorda, era mi culpa el no poder parar de comer y por eso estaba en esa situación. Ese es el común denominador que tiene la sociedad que culpa al gordo”.

Llegó un momento en el que recapacitó sobre la situación en la cual se encontraba, se había comprado unas sandalias, y el día que las fue a estrenar demoró entre 30 y 40 minutos en ponérselas. En ese momento fue cuando “realmente me di cuenta lo grave de mi situación y dije si con 40 años estoy así, con 50 años voy a tener que decirle a alguien ‘ya terminé en el baño’ y pedir que me higienizara. Era cuestión de tiempo para que eso me pasara”, expresó. Ahí su historia comenzó a tomar otro giro, comenzó a vivir otro capítulo nuevo para dedicarse a cuidar de su salud y alimentación.


Guchea mencionó que en el proceso “obviamente busqué otra gordita con quien hablarlo, porque solo los gorditos hay cosas que nos podemos entender”. Es su amiga quien le comentó sobre lo que hacía el Hospital Maciel en el grupo de cambios de hábitos. Emprendieron viaje juntas desde Piriápolis hacía Montevideo, iban todos los lunes, y allí se encontraron con “otro gordito” mencionó entre sonrisas y de manera cariñosa, ese era Rafael que ya había atravesado esa situación y estaba ahí para ayudarlos.


El cambio

En el grupo cambio de hábitos se da un espacio donde te guía para poder bajar de peso y en ese lugar existe una interacción grupal donde cada persona que concurre empieza a contar que heridas tiene, y empiezan a dialogar y apoyarse.


“Hablamos no solo de la comida, sino también de lo que sentimos cuando nos discriminan, de la imposibilidad de comprarte ropa que te gusta, hablamos de lo que sentís físicamente como dolores, molestias limitaciones, entonces hablas en un lenguaje común y eso empieza a ayudarte, empezas a darte cuenta de que no estás solo, que no sos el único, que cuando estás depresivo o tenes ansiedad vas a la heladera y la atacas” expresó Guchea.


Luego de un proceso que a cada persona le lleva su tiempo, se los deriva a un psiquiatra, nutricionista y deportólogo del mismo hospital. Desde ese momento la etapa empieza con más controles y estudios, en el caso de que se realice la cirugía bariátrica, un procedimiento clínico para que aquellas personas que tienen obesidad puedan disminuir de peso.


Los malos hábitos se adquieren desde niño, porque son los padres los que inculcan de qué manera hay que comer mediante el ejemplo, luego esa forma se sostiene a lo largo de la vida, “es cierto, me podes decir nosotros podemos cambiar, y te diría si claro, pero hasta que no te das cuenta de lo mal y enfermo que estás no te das cuenta, es difícil darse cuenta de que un hábito que lo tenes toda tu vida te está haciendo daño”, sentenció Guchea.


Para Fiorentino los hábitos en los niños dependen de los adultos, “es importante ver de qué manera se alimenta a un niño” dijo, “un niño no precisa tomar refrescos o aguas saborizadas. Para la nutricionista es común ver todos los días “niños comiendo exceso de golosinas, alfajores”.


Guchea explicó que en su familia todos tenían sobrepeso, pero dentro de la familia se dio una estigmatización, porque llegó a ser la más obesa de sus hermanos. “Ahí te das cuenta de que no es únicamente la sociedad sino que dentro de la familia se te coloca en una posición vulnerable y de desprecio también”, agregó “No es nada fácil soportar el sobrepeso y la sociedad cree que uno es gordo porque come, porque quiere, porque no se cuida. Existen momentos en donde no tenemos las herramientas emocionales para podernos cuidar, porque no estamos queriendo”.


Al concurrir al grupo de cambios de hábitos “compartir lo que te duele hace años y no se lo podías contar a nadie más, comienza a ser el inicio de sanar, abrirse, sacar las heridas. Darle amor a esas cicatrices a tu corazón herido y al autoestima”, eso a Guchea la ayudó a sanar y en ese momento empezó a acompañarlo con su alimentación.


En su forma de alimentarse se encontraban presentes cotidianidades que la dañaron enormemente, la primera que nunca desayunaba, lo que provocaba muchas horas en ayunas, el segundo consumir bebidas cola en grandes cantidades diariamente, entre dos y tres litros, el tercero cenaba de manera abundante.


En el primer encuentro con la nutricionista le consultó por qué estaba ahí, para Guchea era “obvio” a lo que le respondió “porque soy gorda”, y la profesional le contestó, “pero ¿qué estás haciendo acá?”, la respuesta de la paciente fue “porque necesito ayuda”.


El camino comenzaba, la nutricionista en ese primer encuentro le pidió que empiece a desayunar y “si podía que dejara la coca cola”, en ese mes Guchea comenzó a desayunar todos los días y logró dejar las bebidas azucaradas. En ese mes logró bajar 4 kilos. Recibió felicitaciones de la profesional y además un abrazo acompañado de un “viste que podías”. Así lo relató Guchea, que en ese momento unas lágrimas de emoción salieron de sus ojos, y destacó el trato humano que recibió dentro del hospital, “como profesionales son excelentes, pero el trato humano que recibís, lo es todo” enfatizó. En todo el proceso la nutricionista la motivaba, además siempre le decía ¿querés? ¿podes?, ¿te animas?, hizo que su proceso no tuviera limitaciones porque la asesoraba a cocinarse con alimentos que no fueran light por lo cual no había excusas para los costos.


Para Guchea hoy en día no existe nada más importante que su desayuno, y es en este sentido la importancia que explicó Fiorentino al momento de comer, hay que conectar con el alimento.

El hacer alimentos caseros ayuda a conectar con la comida, sentenció Fiorentino.


Hoy en día Guchea logró adelgazar y mantiene su peso con el cambio de hábitos, realiza las cuatro comidas diarias, además realiza colaciones entre cada una de ellas. Complementa con ejercicio que realiza a diario, “algo que antes no te gustaba, te empieza a gustar” destacó.


En el proceso se dio cuenta de la gran necesidad de que los grupos de cambios de hábitos se extiendan, ella se reúne con otros compañeros en la ciudad de San Carlos. Con el paso del tiempo lograron estar presentes en cada vez más lugares por fuera de la capital del país.


La felicidad y la sonrisa de Guchea por recordar todos sus años luchando contra una enfermedad, pero haber dado batalla para ganar, ganarse a sí misma para poder disfrutar a pleno, es un mérito de su camino el cual “estoy feliz del recorrido”, culminó.


Los rótulos

Fiorentino fue consultada con respecto al rotulado de alimentos de “exceso en”. La nutricionista dijo que el decreto nuevo empieza a regir a partir de febrero de 2021, va a ser el momento en el que las empresas esten obligadas a poner el logo en su etiquetado. “Es un proceso que viene hace tiempo, iba a entrar en vigencia oficial este año en marzo. El nuevo gobierno hizo unas modificaciones en de ‘exceso’ por ‘alto’ y en las cantidades. Te habla de azúcar, sodio, grasas totales y saturadas que son las grasas malas menos recomendada” sostuvo Fiorentino.

Para la licenciada “no es lo mismo leer una etiqueta que dice ‘exceso en’ que ya tiene una connotación negativa donde uno ya piensa que es algo que no está tan bueno. Cuando se lee ‘alto en’ tiene algo engañoso, porque existe el ‘alto en fibras, alto en vitaminas’, eso puede inducir al engaño”.

“Lo que pasa que con sistema de gobernanza política débiles como tenemos en la región es muy difícil ir contra la industria de alimentos que tienen una presencia bastante fuerte. Son acuerdos entre la Industria y el Estado pero a mi modo de verlo perjudica a la población porque si bien el etiquetado frontal con estudios previos indica que a las personas les llama la atención el rotulado” dijo Fiorentino.

También hizo una distinción entre alimentos y productos. El alimento está en su estado más natural y el producto es cuando hay una gran cadena industrial que le agrega conservantes, refinamientos, es un producto ultraprocesado.

Para la profesional “somos lo que comemos y comemos para vivir”, culminó.

 

En Uruguay seis de cada diez personas sufren sobrepeso u obesidad, o sea un 60%. Los jóvenes entre 15 y 20 años es un 40%. Los adolescentes entre 13 y 15 años casi un 30%.

 

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