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Portainfo

#VolverACasa

Actualizado: 13 sept 2020

Ocho testimonios de personas procedentes de Venezuela que hace más de seis meses se encuentran varadas en Montevideo


Clementina Pintos

Con perfiles completamente distintos, por diferentes razones y planes de vida, muchos ciudadanos venezolanos se vieron forzados a permanecer en nuestro territorio desde que el 16 de marzo se anunciara el cierre del espacio aéreo.


Se han logrado organizar mediante un grupo de Whatsapp que funciona como apoyo emocional y para compartir noticias. En contacto con Portainfo, ocho integrantes contaron su historia y será presentada en dos notas en el especial #VolverACasa .


Alba Hurtado ingresó a Uruguay el seis de marzo como todos los años para el cumpleaños de su nieto y planeaba regresar el 15 de abril. Lola Capdevilla vino por 20 días, desde el siete de marzo al 27 porque un sobrino recién nacido tuvo que ser operado por una cardiopatía congénita.


Paola Pino vino con su esposo y una hija a visitar a otra de sus hijas que hace un año y medio vive en Uruguay. No cuentan con boleto de regreso porque el recorrido fue a través de Brasil, pensaban que 15 días o tres semanas después estarían en su país. Arribaron el 12 de marzo a Montevideo.


Yeliana García llegó el siete de febrero con intenciones de visitar a unos amigos y averiguar los trámites para la residencia ya que por varios años buscó una oportunidad en otro país. Le entregaron la cédula de identidad el día que todo se paralizó por la pandemia.


Marcela Bazán le compró el pasaje a su padre, Jorge, para que luego de 35 años volviera a Uruguay desde Venezuela para conocer a su nieta. Él aceptó la invitación con la condición de no pasar el invierno acá por las dolencias que le causa el frío y por eso su retorno se planificó para el 7 de mayo.


Narciso Buriel salió de Venezuela el siete de febrero, pasó por Brasil y llegó a Montevideo el nueve del mismo mes. “Vine a traerle documentos a mi primo y a buscar medicamentos para mi madre y mi abuela. El 10 de febrero me internaron en el Hospital Maciel por 20 horas porque se me infectó un corte en el brazo que me hice con una chapa en el viaje hacia aquí”, relató Buriel.


José Gregorio* es uruguayo pero luego de residir 40 años en Venezuela retornó hace 10 meses con la intención de vivir en Uruguay con su esposa y sus dos hijos pequeños. Todo venía bien en el negocio que habían emprendido hasta que se desató la pandemia y tuvieron que vender. “Desde ahí he buscado hacer otras cosas pero no han funcionado”, declaró a Portainfo.


En una situación similar se encuentra Samuel** que llegó el primero de abril de 2019, le pareció que era un país tranquilo y bonito, donde se puede vivir. Desde que inició la pandemia sus oportunidades laborales se redujeron notablemente y trabajó cuatro meses cobrando semana a semana en un taller hasta que se terminaron las tareas y lo echaron sin ninguna compensación.


Los están esperando

Con el paso de los meses la situación ha afectado tanto a las personas varadas en Montevideo como a sus familiares y empleos en Venezuela. A modo de ejemplo, una clínica de anestesistas está a la espera del regreso de Capdevilla para retomar sus funciones mientras que Buriel tenía que regresar el siete de mayo para el cumpleaños de su bebé


Marcela Bazán destacó la urgencia del retorno de su padre, que además de los potenciales problemas de salud que puede tener por este clima, “lo espera su vida entera en Venezuela: su pareja, otra de sus hijas,una nieta y el trabajo. Hace 42 años que vive allá”.


“Mi esposo tiene su empresa y ha logrado hacer teletrabajo pero yo no puedo. Tengo mi casa, mis cosas y a mi mamá que es muy mayor y está sola. Depende de que le compre las medicinas y la ayude”, resumió Pino que es bióloga y desde el trabajo le dijeron que su lugar está asegurado pero tiene que volver cuanto antes.


Hurtado tiene una residencia universitaria en Caracas, cerca de la Universidad Central de Venezuela, pero a principios de la pandemia todos los residentes se fueron a sus pueblos y no se puede reactivar esa situación. Fuera de lo económico y laboral, lo que más le importa es la situación de su madre: “Ella sufrre de demencia senil vascular y quedó con una empleada de servicio que nos ayuda pero ya se quiere ir porque han sido muchos meses. Además está el riesgo de que cualquiera de las dos enferme de Coronavirus”, apuntó.


“Soy consciente de que Venezuela está muy complicada pero tenemos nuestra casa allí. Un negocio de reparto de jugos y leche. Queremos volver ya que de a poco se están activando algunas aplicaciones como PedidosYa o Rappi y puede ser nuestra oportunidad”, aseguró José Gregorio.


Samuel, por su parte, relató: “Al momento de venirme, mi esposa tenía cuatro meses de embarazo (en febrero de 2019) y no podíamos venirnos los dos de una vez. Cuando llegué intenté establecerme, conseguir un trabajo y luego enviarle dinero para que se pueda venir. La semana pasada cumplió un año y no lo conozco personalmente, solo por fotos. Además tengo un niño de 8 años y una niña de 5 años que me esperan allá”.


“Queremos que nos vean”

“Nos reunimos en la embajada una vez y otra en la Plaza Independencia, incluso filmamos un video para enviar a Venezuela”, destacó Pino y aventuró que quizá esta semana vuelvan a juntarse. “El secretario de la embajada de aquí es una persona muy grosera, nos deriva a Caracas y no nos responde”, sentenció.


Bazán, militar retirado, se presentó y golpeó todas las puertas ya que “no perdía nada con intentarlo”. “Hablé con el ex canciller Ernesto Talvi cuando estaba en funciones, con el ministro de Defensa Javier García y con el actual canciller Francisco Bustillo. He ido a la Embajada de Venezuela y me comuniqué con nuestra embajada en Venezuela. Ninguna respuesta fue concreta”, recordó.


En un principio, al hablar con Talvi, le aseguró que no se podía hacer nada ya que era competencia del Gobierno de Venezuela. Luego se contactó con García y la recibió, la derivó a Talvi quien nuevamente le dijo que no y le reiteró lo mismo que le había dicho anteriormente. Cuando cambió el canciller, Bustillo le dijo las mismas palabras.


Finalmente en la embajada de Venezuela le dijeron que pidiera entrevista por correo y tampoco respondieron concretamente, “es increíble pero el embajador no nos recibe”, reclamó Bazán.


Buriel aseguró que han enviado pedidos de ayuda sin éxito alguno, a todas las autoridades y organizaciones, hasta a la Cruz Roja. La respuesta contundente que les dio un representante de la embajada fue que “el gobierno venezolano no está en condiciones de regresarnos porque no nos mandó a venir”. “¿Cómo se aplica esa respuesta a los que vinieron de vacaciones, a visitar familiares, a los que tienen problemas de salud o a los ancianos?”, reclamó Buriel.


“Desde la embajada lo único que conseguimos es que nos atienda afuera alguno de sus representantes. Una sola vez, de las tantas que fuimos, nos hicieron pasar”, aseguró Yeliana García y agregó:“No nos han brindado un apoyo verdadero, por lo menos deberían cubrir a aquellas personas que están en situación de calle”. Sin embargo recuerda que la respuesta que han escuchado hasta el cansancio es: “Nosotros dependemos de Caracas, no somos autónomos”. Para ella “no es obligación del gobierno uruguayo solventar esta situación, sino del venezolano dejar de darnos la espalda”.


Les cuesta organizarse para manifestarse porque están desparramados por la ciudad y el frío no ayuda, además de que no todos cuentan con el dinero para el boleto hacia los lugares de reclamo. “Vemos que en algunos países nuestros compatriotas están acampando en los aeropuertos para visibilizar pero acá, si hacemos eso nos vamos a morir de hipotermia”, lamentó Capdevilla y comentó que en algunos países cuando se dispusieron vuelos humanitarios lo hicieron con un criterio sanitario que priorizó a los que necesitaban volver con mayor urgencia aunque en otros se atendió a “los que hicieron más ruido”.


“Ver que en Argentina no les han prestado atención con la cantidad de personas que son me hace pensar que no les interesamos”, destacó García, que recuerda cómo un representante de la embajada les dijo: “Ustedes creen que van a mover un avión por 50 o 70 personas? No, el costo de combustible no lo hace rentable si no son por lo menos 100 personas”. Cansada de que les den excusas o respuestas, Hurtado reclamó: “No somos invisibles. Queremos que nos repatrien”.


“Los vuelos humanitarios tiene ese título porque están exentos de las restricciones aéreas, no porque sean gratis. Luego de todos estos meses varados aquí, son pocos los que pueden comprar pasajes”, alertó García que intenta contemplar las distintas situaciones que viven todos sus compatriotas.


Boletos rotos

30 de los 87 ciudadanos varados en Montevideo cuentan con pasajes pero las aerolíneas han dado señales confusas, cuando no se han desentendido de su caso y continúan con la venta de pasajes a destinos que aún no confirmaron la fecha de reapertura de sus aeropuertos.


“La semana pasada fui a la oficina de Copa Airlines y me dieron unos pasajes para el 16 de octubre. Estamos a la espera de que abran los aeropuertos de Uruguay y Venezuela, el de Panamá que es la escala, abre el 11 o 12 de octubre. En Uruguay nos dicen que lo tienen abierto pero solo para vuelos con España”, resumió José Gregorio.


Esa aerolínea ha sido protagonista de varias historias. Samuel decidió irse en marzo, sacó pasaje para el 24 de marzo. “Cerró todo. Mes a mes nos cambian la fecha y ya sucedió cinco veces: la última vez tenía para el 18 de setiembre y me lo cambiaron para el 11 de octubre pero seguramente el cinco me llamen y me lo cambien para el mes siguiente”, lamentó.


En Copa Airlines hay contradicciones, Hurtado recuerda una visita a su oficina hace unos días: “a nosotros nos postergaron nuestro pasaje otra vez desde el 27 de setiembre al 11 de octubre. A otra señora que estaba con nosotros le vendieron pasaje para el cuatro de octubre y a otra conocida para el 9 de octubre. Nos siguen vendiendo pasajes y especulan sin ninguna seguridad, no hay seriedad”.


Bazán resumió su intercambio con Avianca, otra aerolínea con la que varios tuvieron conflicto. Compró el pasaje por internet a pesar de su desconfianza, luego las oficinas cerraron y su única comunicación con la empresa fue vía chat de ayuda en línea de la página. Ahí le recomendaron cambiar el pasaje por un bono ya que el vuelo estaba cancelado, cuando todo esto pasara ella podría marcar otro día y hacer efectivo el boleto de regreso a casa. Ese trámite no fue exitoso y días después empezaron a ofrecer pasajes en otras aerolíneas y Avianca se declaró en bancarrota. Ahora en algunos países se ofrecieron préstamos pero la situación no está aclarada.


La respuesta desde la aerolínea fue que, una vez que cambiaron el pasaje por el bono, no había marcha atrás ni derecho a reembolso, esa era la letra chica que los funcionarios que la ayudaron a hacer la gestión no le comentaron. Desde ahí envía mensajes todo el tiempo porque el bono no le ha llegado pero tampoco le dejan solicitar un reembolso. Tampoco quiere sacar un nuevo pasaje en Copa Airlines porque está al tanto de los cambios constantes en las fechas que esa compañía realiza hace meses.


Por la misma razón, Pino afirmó: “No voy a comprar ningún pasaje, voy a esperar a que salga el primer vuelo para comprar porque conocemos lo que están haciendo las aerolíneas y después quedamos comprometidos con un pasaje que cambia de fecha”.


El gran desafío actualmente es encontrar una fecha para su regreso. Poner fin a la incertidumbre sobre el día en que puedan saciar las ganas de volver a casa, estar con sus familias, retomar sus trabajos y dejar la lucha diaria por subsistir y ser escuchados.


* Nombre ficticio a pedido del testimonio.

** Nombre ficticio a pedido del testimonio.

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